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Por Carlos del Frade
(APE).- El estado de la provincia de Buenos Aires es el principal por cantidad de habitantes y riquezas de la República Argentina, país del sur del planeta que alcanzó su independencia, según dicen sus historiadores, en 1816.
En esa geografía de riquezas sin límites, la provincia de Buenos Aires, surgieron grandes caudillos que impusieron sus ideas y sistema político y económico al resto de la población del país.
Hacia la década del noventa del siglo veinte, el Congreso de la Nación votó a favor de un fondo para el conurbano bonaerense.
Consistía en destinar más de un millón de pesos dólares diarios hacia la región para evitar que se propagara la pobreza y la indigencia.
Ese, se decía, era el objetivo.
Cientos de millones de dólares durante años llovieron sobre los habitantes de la provincia de Buenos Aires.
Cada veinticuatro horas, un millón de dólares iban para los habitantes del conurbano bonaerense.
Esa era la ley.
Pero algo pasó con semejante maná.
No fue para todos.
Apenas se puede saber en qué huella misteriosa se pierden los últimos vestigios de esos dineros que pertenecían a todo el pueblo argentino y que se esfumaron en los extraños territorios bonaerenses.
El principal estado argentino se fue hundiendo en la ciénaga del saqueo.
Y aquel dinero generoso emigró hacia insondables destinos.
La vida cotidiana en Buenos Aires dejó de ser algo deseable para la mayoría de sus habitantes.
¿Qué habrán hecho con aquellos millones de dólares semanales?
¿Dónde fueron a parar?
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, el diez por ciento más rico de la población del Gran Buenos Aires, del llamado conurbano bonaerense gana más de 876 dólares, mientras que el diez por ciento del subsuelo apenas alcanza los 25 dólares.
Una brutal diferencia de 35 veces entre los poderosos y los que nada tienen ni pueden demasiado.
No parece ser una cuestión de matemáticas, sino de historia política, saqueo y complicidades varias.
¿Cómo es posible semejante brecha social si cada día de los últimos catorce años, un millón de dólares llegaba al conurbano bonaerense?
¿Habrá, alguna vez, juicio y castigo para los que burlaron la suerte popular y eligieron engordar sus propios destinos?
Mientras tanto, los libros de geografía siguen diciendo que Buenos Aires es la primera productora de carnes, ropa, acero y todo aquello que el país produce.
Y sin embargo, la diferencia crece.
Aumenta la riqueza y se multiplica la pobreza.
En el conurbano bonaerense cuesta distinguir la diferencia entre las calles y las veredas, se hace una aventura conseguir agua durante el día y la escuela es un edificio que va quedando vacío, mientras los pibes gambetean la falsa profecía de la droga que los espera seducir en cada esquina.
Los trenes repiten el viaje desde Capital Federal, la europea capital argentina, hacia ese conurbano que ya no sabe de fábricas ni futuro.
Porque en la región del Gran Buenos Aires, la que recibió un millón de dólares diarios desde 1992, cada vez es más profunda la fosa que separa a los ganadores de los perdedores, aunque los libros digan otra cosa.
Fuente de datos: Agencia de Noticias Argenpress 27-03-06
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