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Por Alfredo Grande
Dedicado a Lohana Berkins que supo luchar contra todas las formas de la cultura represora
(APe).- El dramaturgo y actor Eduardo Tato Pavlovsky escribió una obra cuyo título es: Rojos Globos Rojos. El que avisa no traiciona y tampoco plagia. Parafraseo en mi título a esa obra teatral y también es recuerdo y homenaje a quien sacudió mi cabeza en 1973 con “El señor Galíndez”. El significante “Ñoqui” deviene analizador institucional. Un analizador es todo aquello que nos permite pasar al otro lado del espejo.
La cultura represora es, entre varias cosas desagradables, una inmensa fábrica de espejos desagradables. Son espejos que deforman la realidad, que entonces deja de ser la única verdad. Incluso deja de ser verdad, aunque no sea única. Por ejemplo: escriban un cartel que diga: “con vida los llevaron, con vida los queremos” y el espejo refleja: “liberen a Milagro Sala”. Y no porque no deba ser liberada. No es la primera, ni la última, ni la peor. Sino que se ha transformado en un fetiche de la lucha anti macrista que tiene que ser hegemonizada, tutelada, monitoreada, liderada, por el kirchnerismo.
Hasta hubiera aplaudido que Cristina fuera a verla exigiendo su libertad... Si colocan frente al espejo un texto del Manifiesto Comunista, aparece la imagen de la tarjeta Cabal. Si colocan la marcha peronista, el espejo devuelve la cara de Lázaro Báez y la de Carlos Menem. Los espejos nos mantienen en el nivel convencional encubridor. La impostura, la mentira, la paradoja, el camuflaje, el enchapado en oro sin el oro. Por eso es tan vital para la cultura represora cuando se organiza en formas, envoltorios democráticos, las famosas “fotos”. Con el agregado de cierta complejidad discursiva que algunos llaman relato. Nacional y popular o liberal aristocrático. Pero siempre relatos encubridores y fotos que ilustran.
Las imágenes organizan la subjetividad y entonces, lo que es, no es lo que es, sino que lo que es, es lo que se ve. Lo que se muestra. Es una realidad virtual y represora. El “vero ícono”, la verdadera imagen, habrá que encontrarla. Esa verdadera imagen ha sido descuartizada, despezada, cortada en trozos que como un tetris perverso, ya nunca más encajarán una pieza con otra. Y destrozadas y deformadas las partes, no podemos llegar al todo. No podemos cambiar todo, a pesar de la sabiduría de Tejada Gómez, porque ni siquiera hay un “todo” para cambiar.
La tercerización no es sólo de la mano de obra. Se han tercerizado los significados fundantes de la cultura y de la vida. El vaciamiento de sentido va junto al relleno anti sanitario de las palabras con contenidos pestilentes. La revolución de la alegría, cambiemos, son cáscaras que ojalá estuvieran vacías. En rigor, se han llenado con todo tipo de basura. Especialmente ideológica.
La pregunta sigue siendo: “¿que hicimos, que hicieron, para llegar a esto?” Dicen que la ex Presidenta, que a lo mejor es la actual, al menos no son pocos los periodistas y locutores que al referirse a Cristina de Kirchner dicen: el presidente…, dicen que está organizado un gabinete en las sombras. O sea: lo destituyente ahora es virtud. Pero es evidente que es más fácil atacar a Macri que haber sostenido a Scioli. Nadie puede ganar cuando en realidad quiere perder. Y si en un espejo de la cultura represora ponemos a Scioli, la imagen que aparece es Macri. No son lo mismo.
Solamente porque están en otro lado del espejo. Pero al igual que el tercer mosquitero (sic) el inefable Massa, de mandato no cumplido y tampoco asistido, el diputado que nunca fue, estos tres crueles tigres van a reflejar monstruos aunque se paren frente al espejo un consumidor de marihuana, un empleado público o un trapito. La cultura represora es más certera que un láser aunque por las dudas dispara con trabuco naranjero. Necesita un enemigo interior para justificar, racionalizar, fabular sobre todo tipo de cruzada redentora y exterminadora. En los 60 los hippies. En los 70 los subversivos. En los 80 los estudiantes, los obreros, los sindicatos combativos. En los 90 los defensores del patrimonio nacional. En el 2000 los piqueteros. Y desde el 2003 los críticos del relato nacional y popular, discriminados como gorilas, vendepatria, oligarcas. Y siempre los zurdos, los rojos, los faloperos, los maricones, las travestis, los pobres.
Ahora la cultura represora con su disfraz republicano, pudoroso, elegante, “chic”, necesita otro enemigo interior. Debo aclarar que no cualquier cosa puede ser un enemigo interior. Las suegras por ejemplo, no califican. Las amantes menos. El que esté libre de albergues transitorios que arroje el primer turno. Para calificar como enemigo interior tiene que tener un plano de existencia. De realidad. No puedo atacar ni estigmatizar lo que no existe. Por eso el enemigo interior hoy es el ñoqui. Por una simple razón: hay ñoquis. Pero son necesarios para justificar la cruzada redentora. La solución final contra el Estado de Bienestar, por más atrofiado, deformado y miserable que sea.
No se usa el láser de ver el caso por caso, situación por situación, historia por historia. Trabuco naranjero, perdigonada brutal. Palos y a la olla. Hiroshima y Nagasaki, preferibles a Vilcapugio y Ayohuma. La vice presidenta sin pudor ni sonrojos dijo que el modelo de Mauricio era la India. Creo que si lo dice frente al espejo aparecen reflejadas las castas. Todas las derechas todas aborrecen la lucha de clases. Pero todas las derechas todas buscan perpetuarse como casta. O sea: nadie vuelve porque nadie se va. La casta política nunca desaparece porque siempre se transforma. Ayer caniche, hoy pitbull.
Y para morder y desgarrar el cuerpo social nada mejor que encontrar rojos ñoquis rojos. Y los que no sean ñoquis, se inventan como tales. Por eso en la cultura represora siempre pagan justos por pecadores. Porque la cultura nunca busca la justicia, aunque la invoque en vano. Lo que siempre busca y casi siempre encuentra es la impunidad, aunque ocasionalmente tenga algún daño colateral en sus propias filas. En ese detrás del espejo se refleja Nisman. Ponga usted un demócrata frente al espejo, y aparecerá un aristócrata con peluca y todo. Eso que llaman fueros.
Habrá que volver un día antes de la asamblea del año XIII. Si la Nación es resabio de las guerras civiles, otra Nación deberá ser construida. De la muerte nunca llega la vida. Creo que el mundo ñoqui fue una estafa de la década ganada. Pero la cruzada contra los rojos ñoquis rojos me encontrará de este lado del espejo. Donde ninguna derecha podrá reflejarse jamás como defensora de ninguna causa justa. Y jamás es simplemente eso: jamás.
Edición: 3106
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