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Por Carlos del Frade
(APe).- “Cada vez hay más chicos presos por cometer asesinatos. Según el último censo nacional del Ministerio de Justicia son 255. En 2012, los menores de 18 años detenidos por homicidios eran 181”, fue el título y la bajada en uno de los diarios más importantes de la Argentina. Los datos surgen de la investigación “Niños, niñas y adolescentes en conflicto con la ley penal”, elaborado para el ya mencionado ministerio.
“La gran mayoría de los menores presos (el 98 por ciento) son argentinos y sólo el 2 por ciento son mujeres. Apenas 25 terminaron el secundario y 124 ni siquiera concluyeron el primario. El 88 por ciento tiene entre 16 y 17 años…del total de detenidos, 502 fueron acusados por delitos cometidos con armas. Y 483 ya habían delinquido con anterioridad. El distrito con mayor cantidad de menores presos es la provincia de Buenos Aires, con 610, algo que está en proporción con lo que ocurre con la población penitenciaria mayor de edad. La siguen Córdoba (162), la Capital Federal (83) y Santa Fe (75), lugar donde abundan los soldaditos de la droga”, comenta el periodista Rolando Barbano.
Más allá de estos datos es necesario decir otros para intentar compartir un contexto a la información y, en especial, al título de la nota que habla que “cada vez hay más chicos presos por cometer asesinatos”.
En la Argentina hay 69.060 personas presas, de acuerdo al último censo del llamado Sistema Nacional de Estadísticas sobre ejecución de la Pena (Sneep).
De ese universo, 9.357 están imputados por homicidios dolosos.
De acuerdo a esa información, las chicas y los chicos detenidos por asesinatos apenas representan el 2,72 por ciento de los acusados de matar en todos los penales del país.
Y en relación a la cantidad de presos, los 1.142 chicas y chicos privados de libertad, representan el 1,65 por ciento de la población carcelaria que hoy tiene la Argentina.
De tal forma, una vez más queda claro que una ínfima cantidad de casos que terminaron en asesinatos fueron protagonizados por chicas y chicos entre los 16 y 18 años, como también es mínima la población de los mismos en el fragmento de los que están entre rejas.
Por eso no es una consigna repetir que los chicos no son peligrosos sino que están en peligro.
Porque esas mismas cifras del Ministerio de Justicia señalan que casi la mitad de los pibes y pibas detenidas cometieron delitos portando armas. Y he allí el segundo elemento que debe estimular la profundización del análisis.
Las armas están presentes y al alcance de las manos de las chicas y los chicos con una facilidad llamativa.
La democratización al acceso de las armas por medio de un cada vez más robusto mercado negro de armas implica pensar en por qué sucede semejante familiaridad con la pibada.
Desde hace medio siglo que los organismos internacionales vienen sosteniendo que los principales cinco negocios del capitalismo son el petróleo, las armas, los medicamentos, el narcotráfico y la trata de personas.
En la Argentina del presente, esas cinco vías de acumulación gozan de una perversa buena salud que repercute de manera directa en la vida de los más jóvenes.
Y en cada uno de esos negocios no puede existir tanta accesibilidad si no hay nichos corruptos en las instituciones que, incluso, superan los cambios políticos en los diferentes gobiernos, nacionales, provinciales y municipales.
El gran desafío es revertir el título de la información y decir que “cada vez hay más chicos libres por parir realidades vitales”.
Para que eso sea verdad será necesario no condenarlos ni dejarlos solos.
Fuentes: “Clarín”, viernes 22 de enero de 2016 – Informe Anual 2014 de la Sneep.
Edición: 3095
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