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Por Carlos Del Frade
(APe).- A más de cien años del grito de 1912, Alcorta vuelve a debatir la palabra seguridad y vuelve a gritar para generar una nueva rebeldía que termine con tantas hipocresías y negocios violentos.
“En los últimos dos meses, Alcorta se ha visto sacudida por una serie de cuestiones relativas al área de la seguridad, pero que no precisamente deberían formar parte de ella. Por un lado, un largo y discriminatorio debate, sustentado por las autoridades policiales, los medios de difusión y hasta las autoridades políticas de la actual gestión, alrededor de la llegada y radicación de una familia a la localidad.
“Lo que debería ser un hecho normal en una comunidad que vive, sufre y crece, como todas en la región, se convirtió –por impericia o prejuicios- en eje central de un discurso punitorio, con profundos bordes. Por otra parte, desde la misma voz policial que sostiene que `los casos de delitos en Alcorta están dentro de lo normal´ o que `nadie llama al celular de la comisaría denunciando delitos´; se exige más personal y medios para combatir la inseguridad y “el terror que tiene la gente”; señalando como único delito aquellos que atentan contra la propiedad privada con algún tipo de contacto físico…”, comienza diciendo el comunicado de un grupo de organizaciones políticas y sociales de esta localidad del sur santafesino de casi ocho mil habitantes, según el censo de 2010. El lugar que pasara a la historia por la huelga agraria del 25 de julio de 1912, el famoso “Grito de Alcorta”.
Aseguran los firmantes de este documento que “en este marco la llegada de efectivos del Grupo de Operaciones Especiales, con fines declarados de “control vehicular”, en camionetas sin identificación oficial, que terminan interviniendo en barrios populares, requisando jóvenes y secuestrando vehículos es la máxima expresión de una ausencia de políticas de seguridad públicas serias y democráticas”, apunta el escrito también firmado por personalidades de la región.
Terminan diciendo que es fundamental debatir qué se entiende por seguridad y “especificar qué valores privilegiar; definir cómo construimos una seguridad pública verdaderamente democrática que albergue y no expulse. Que prevenga, antes de condenar. Que cuide y proteja a todos”, finaliza la propuesta que se hizo pública en los últimos días.
De tal forma, el documento sobre la seguridad de una parte de la población de Alcorta parece revivir los ecos de aquella lucha de 1912, donde lo social había sido deformado por el saqueo económico y político a favor de unos pocos. En aquellos años el concepto de seguridad pasaba por la defensa de la existencia familiar y los derechos de los arrendatarios.
El primero de agosto de 1912, los agricultores conformaron la Federación Agraria Argentina que termina teniendo sus primeros estatutos el 15 de aquel mes.
La idea, de entonces, era “…conseguir por todos los medios lícitos la mejora de la situación de los trabajadores del campo, solidarizando sus esfuerzos, a fin de que las energías de todos, defiendan los derechos de cada uno.”
En primer número del boletín oficial de la entidad, el abogado Francisco Netri destacaba que “el grito de rebelión proclamado en Alcorta el 25 de junio ppdo., está por cerrar una página de las más hermosas del histórico movimiento. La huelga agraria que ha tenido la virtud de levantar a más de cien mil colonos en Santa Fe, primero, y sucesivamente en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y territorio de La Pampa, puede decirse que está terminada después de tres meses de sacrificios, heroicamente soportados por los cultivadores de la tierra.”
Después de la rebelión, el historiador Plácido Grela indicaba que “la pampa gringa comenzaba a retomar su tranquilidad, la tierra volvía a ser roturada, la solución parecía haber llegado. Sin embargo, en poco tiempo la alegría del triunfo comenzó a desvanecerse: no se dictó una ley de arrendamientos, y, por lo tanto, en poco más de un año, los contratos abusivos resurgieron en todos lados. Los colonos volvieron a movilizarse, una y otra vez, ahora exigiendo la promulgación de esa ley, reclamando el amparo del Estado, pidiendo protección frente a la explotación”, sostenía el cronista.
A más de cien años de aquel grito, Alcorta vuelve a polemizar en torno al contenido de la palabra seguridad, al mismo tiempo que los fantasmas de aquella huelga vuelven a irrumpir en el presente con la necesidad de una nueva rebeldía que termine con tantas hipocresías y negocios violentos.
Imagen: Luis Felipe Noé - Barbarie
Fuente: Documento de las organizaciones sociales de Alcorta, octubre de 2015; escritos de Francisco Netri; “El Grito de Alcorta”, de Plácido Grela.
Edición: 3050
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