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Por Carlos Del Frade
(APe).- -Nosotros estamos haciendo algo contra las drogas – dice la mujer del presidente comunal de uno de los pueblos del sur profundo de la provincia de Santa Fe, en medio del debate provocado por la presentación de un libro que denuncia al narcotráfico como un negocio que viene de arriba hacia abajo y que no podría desarrollarse si no cuenta con la complicidad de los nichos corruptos de la política, la policía, los grupos económicos y del poder judicial.
-¿Qué es lo que están haciendo? – retruca una mamá que quiere saber, en realidad, por qué las sustancias prohibidas llegan todos los días alrededor de las dos de la tarde y se distribuyen con tranquilidad entre las pibas y los pibes que terminarán siendo consumidores consumidos.
Hay ganas de hacer algo. Hay miedo de hacer algo. Las sensaciones se repiten en las distintas geografías. Ya sean de pueblos pequeños como de barrios de grandes ciudades. Los narcos son conocidos y cuentan con protecciones varias. La matriz parece ser la misma. Varían las particularidades.
Marcharon las chicas y los chicos, las adolescentes y los pibes más grandes, sus padres y hasta sus abuelos. Fue en Balnearia, norte de la provincia de Córdoba, cerca del límite con Santiago del Estero y también con Santa Fe. A pocos kilómetros de ese maravilloso misterio ecológico que es la laguna de Mar Chiquita, ese ojo celeste que tiene la provincia de Agustín Tosco en todos los mapas de la Argentina.
-Más de mil personas participaron de la marcha contra las drogas y por la vida – publicó en su edición del 4 de julio pasado el periódico “El Tiempo”, de Morteros.
“Balnearia se hizo escuchar el lunes (por el 30 de junio) por la tarde. Más de mil personas participaron de una emotiva marcha por las calles de la población en contra de las drogas bajo el lema: “Por una vida libre y sana” que organizó el Instituto Santa Teresita de esa localidad. El intendente dijo que “esto no termina acá, esto recién empieza”, sostenía el pie de la foto de tapa de aquella edición.
-Estamos haciendo esto a favor de la vida, promoviendo los valores, que se pueda vivir una vida más sana, con valores, libres para decir que no a lo que nos hace mal. A veces no sabemos qué hacer y creo que lo primordial es prevenir y que cada persona que tiene su rol definido debe cumplirlo…- dijo en aquella tarde, la directora del Instituto, Azucena Mapelli de Platé.
También en ese rinconcito de la provincia de Córdoba la gente dice y asegura de las connivencias entre distintos factores de poder. De ciertos funcionarios policiales que son socios del sensacional negocio que opera en toda la geografía argentina.
-En el espacio donde antes estaba la estación ferroviaria se produce el mayor intercambio de estas cosas. Y es un problema grave – apuntan voces de distintas edades.
Uno de los pibes, de no más de dieciséis años, quiere ayudar a las chicas y los chicos que cada día consumen más, al mismo tiempo que entiende que la otra parte fundamental es luchar contra los proveedores pero no sabe cómo.
En las fotografías de aquella marcha, las pancartas multicolores dicen “Vos valés mucho”; “un centenar de sonrisas para un mundo mejor”, “unámonos contra la droga” y “valorá tu vida”.
No muy lejos de allí, en la llamada Villa del Rosario, otra localidad de menos de seis mil habitantes, la pelea comunitaria hizo que el fiscal general de Córdoba se comprometiera a tomar medidas contra la corrupción policial.
No hay lugar donde el negocio y el drama que transporta no estén presentes por pequeña que sea la población. El capitalismo llega a todos lados y, por lo tanto, el narcotráfico está en todos lados. Pero más allá del miedo y la angustia, las pequeñas comunidades comienzan a resistir el destino de pesadilla. El autor del libro se va saboreando una pequeña alegría: al enorme monstruo se lo combate así, desde abajo.
Fuentes: Entrevistas realizadas por el autor de esta nota en Wheelwright, sur de la provincia de Santa Fe, y Balnearia, provincia de Córdoba.
Edición: 2784
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