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Por Alfredo Grande
(APe).- Hay mitos fundacionales de la Patria. "¡El pueblo quiere saber de qué se trata!" es una frase anónima que surgió durante una manifestación en la Revolución de Mayo en la actual Nación Argentina, y que en adelante se utiliza en forma icónica para representar los contextos en que la población reclama transparencia a los actos de gobierno. La manifestación mencionada tuvo lugar el 25 de mayo de 1810. Se reclamaba la anulación de la formación de una junta de gobierno presidida por el entonces virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, que había dispuesto el Cabildo el día anterior, contrariando los resultados del Cabildo Abierto del 22 de mayo. Dicha manifestación era fogoneada por Domingo French y Antonio Berutti”. Wikipedia resume lo que hace 200 años era el fundante de la revolución de mayo. Era un saber y era un poder. No traicionar las resoluciones libertarias del 22 de mayo.
La revolución no admite contradicciones entre lo dicho, lo hecho, lo pensado, lo sentido, lo escrito, lo deseado. Sin embargo, en 200 años, quizá en forma gradual, en muchas generaciones de tristezas y frustraciones, esas contradicciones no sólo fueron toleradas, sino que incluso fueron auspiciadas.
“Si decía lo que iba a hacer no me votaban”. Confesión de parte, relevo de prueba y lo siguieron votando. La mentira tiene más patas que un ciempiés, y si sumamos las falsedades, ya tenemos que hablar de un milpiés. Los virreyes se han multiplicado y potenciado. Don Baltasar acuñó una frase célebre: “si el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”.
Lamentablemente, si lo que se quería era la independencia, hubo que esperar 6 años. Una Patria Indecisa, Ambigua, Confusa. Luego con las guerras civiles, la revolución empezó a comerse a sus hijos. Y a exiliar y abandonar a sus padres. Huérfanos matando a sus hermanos y a sus hijos, intentaron construir una nueva y gloriosa nación. Como nos contara el gordo Soriano, siempre habrá más penas y olvido. Hay que educar al soberano, nos decía el loco Sarmiento, mientras pedía no ahorrar sangre de gaucho. ¿Educarlo en qué, para qué, cómo? Educar no es neutral. La educación sexual tampoco. La política menos. Educar es someter un poco, y a veces, someter bastante.
Si la cabeza piensa donde los pies pisan, como enseñara Paulo Freire, y al mismo tiempo nadie quiere sacar los pies de ningún plato, entonces la cabeza queda aplanada y achatada. ¿Quiere el pueblo saber de qué se trata? Pienso que no.
La última vez que se asomó a ese conocimiento fue en el 2001. La contundencia del “que se vayan todos” no sólo era un saber, sino que refería un poder. Saber y poder popular fueron demasiado y el asesinato de Darío y Maxi fue el castigo para los que decidieron saber y decidieron tener poder. Luego lo que sabemos: democracia para todos y todas. Democracia representativa donde la profecía de capitalismo serio más derechos humanos contenía al empresariado, alucinatoriamente mirado como burguesía nacional, a los obreros que adhieren a la cosmovisión de la comunidad organizada, y a la militancia social que durante décadas luchó por la vigencia de los derechos humanos.
Pero siempre que llovió y se profetizó, paró. Y el parate tiene diversos indicadores, desde el regreso del capitalismo en joda (que algunos llaman inflación) y la desaparición de las políticas públicas a favor de los derechos humanos (Milani, Berni, Gatillo cada vez más fácil) Las derechas, desde las más paquetas y elegantes, pasando por el fascismo de consorcio, llegando hasta las formas más crueles y salvajes de un neonazismo vernáculo (algunos llaman a esto gobernabilidad provincial) son las herederas de la década ganada.
Si observamos el panorama desde la reina del plata, las caricias entre la vicejefa de gobierno de la CABA y el Dr. Berni festejando la Batalla de Lugano, empezamos a entender de qué se trata. Desde la Gran Injusticia hasta las pequeñas injusticias cotidianas, la derecha prepara su agosto eterno. Un militante de aquellos que piensan donde sus pies pisan, me manda el siguiente comunicado: El Consejo de Administración, máxima autoridad política del Hospital Garrahan, dicta una resolución donde planifica el cierre la Salita de 3 años del Jardín Maternal de las trabajadoras de nuestro Hospital. Dicha Resolución, arbitraria y de una insensibilidad marcada deja a una cantidad aproximada de 30 niños en la “calle”. Para paliar esta barbaridad ofrece a los padres 750$ mensuales para que se busquen un jardín privado”.
Lo arbitrario es una de las tantas formas en las que se puede afirmar que los virreyes han regresado. Algunos se hacen llamar gobernadores, otros gerentes, otros representantes del pueblo. Pero son virreyes del Rey o Reina electa. La Argentina no tiene un sistema presidencialista. Lo que tiene es una Monarquía Sufragiada. El que llega, manda. Los que no llegan, obedecen. Verticalismo obsecuente.
Aunque nadie puede negar que pertenecer siempre tiene sus privilegios y que hace ya tiempo que los únicos privilegiados no son los niños. Esta Democracia Vertical, sin plebiscito vinculante, sin revocación de mandatos, entregando el monopolio de la fuerza pública a la corpo militar y policial, insistiendo en pagar una estafa externa a la cual se ordena honrar como si deuda fuera, está transitando el doloroso camino de los regresos sin gloria.
Si la oposición presenta frentes y contrafrentes, junta biblias con calefones, no se avergüenza de sus cambalaches, los oficialismos no tienen mucho que mejor que mostrar. Corren, eso sí, con el caballo y el Estado del comisario. La capacidad infinita de crear circulante, publicidad, impunidades varias, hace que monos y monas se vistan de seda y monos y monas no se quedan. En primera fila, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Vicepresidente de la Nación. Robaron, no huyeron, pero tampoco los pescaron. El cansancio, el hastío, el mortal aburrimiento, hace que nuevamente la política y los políticos sean considerados un dis valor.
Nadie ha logrado desprestigiar más a la democracia que los demócratas. Patearon todos los penales en contra y ahora se quejan de la goleada. Hasta los fondos buitres están prestando un servicio para levantar el orgullo nacional demasiado aletargado y abotagado. Wilhem Reich, psicoanalista comunista que fue repudiado por la Asociación Psicoanalitica y pòr el Partido Comunista, hizo una afirmación inquietante: “las masas alemanas deseaban el fascismo”. Los tiempos cambian, los talentos se devalúan, así que no creo que me expulsen de ningún lado por esta afirmación: el pueblo no quiere saber de qué se trata. De hacerlo, tendría que pasar de la queja a la protesta, y de la protesta al combate. La queja es individual, la protesta es una queja colectiva. El combate es una disputa por el poder pero por fuera del poder actual. Es construir contra poder.
Las internas palaciegas en el Palacio de la Democracia, solamente inquietan a los nuevos aristócratas del voto. La máquina electoral se pone al servicio de encubrir arbitrariedades, injusticias y miserias. Aceptar que los reyes magos no existen puede ser doloroso. Pero aceptar que existen y que son magos exterminadores, es insoportable. Mejor no enterarse.
El sabio sufre más que el ignorante. La máxima aspiración será, publicidad mediante, saber de lo que no se trata. El victimario denuncia las armas de destrucción masiva que no tiene la víctima, solamente para poder seguir fabricándolas. Reyes y virreyes ocupan el centro de todas las escenas. Resucitar el deseo de saber es la premisa necesaria sin la cual solo podremos recitar: “no hay otra”. Y tendremos toda la razón, aunque no tengamos ninguna verdad.
Edición: 2764
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