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(APe).- Para cualquier hombre que sobreviva en ese “no lugar” de la exclusión, parece no existir alternativa alguna. Aferrado a su esperanza de pan y de trabajo, el pobre es un intruso que se halla entre nosotros, con un martillo absurdo entre las manos. Sin embargo, la condición humana -que suele tener esplendor- es capaz de disentir aún sin palabras, sorprendiendo a los gobiernos. Tal es el carácter del mendigo que parece negarse a todo, menos a la vida y cuya presencia significa la crítica social más silenciosa y contundente.
Dicen que el Servicio de Protección de Derechos de la Dinaadyf, en la provincia de Mendoza, denunció ante la Justicia a cinco familias “que reciben una beca del Estado, pero siguen mandando a sus chicos a mendigar”. Cabe aclarar que lo que ellos llaman “beca”, consiste en la firma de un acuerdo por el cual 452 familias reciben, hasta fin de año, una cuota mensual de entre 100 y 350 pesos, según el número de hijos. Los tecnócratas tienen puesta su marca sin nombres, para estas familias, en el casillero de la indigencia. Pero un indigente no es un pájaro ingenuo bebiendo agua del espejo -dice Vicente Huidobro- sino un mártir del hambre y del abandono, sobre el que la mitad de la sociedad pretende arrojar las culpas.
Ya son 13 familias denunciadas al 20 de septiembre en los Juzgados. Cuentan que son treinta y tres los niños de esas familias, los que reclaman su derecho de pan por una calle que se va prolongando hasta la muerte con sus puertas cerradas. A sus padres, ya no se les pagará ni siquiera la cuota de “la beca”. Serán citados por el juez y si no asisten, serán encarcelados por 60 días, según informó Jorge Gómez, gerente de Niñez y Adolescencia. Mientras tanto, los niños serían entregados, en el mejor de los casos, a vecinos o parientes, “o tendrían algún grado de institucionalización”, lo que significa privarlos de libertad porque cantan del lado del trigo.
Dicen que cien chicos -entre ellos los de las familias heridas con el dedo acusador del sistema- “fueron captados mientras mendigaban en el centro local” el fin de semana pasado y devueltos a sus casas. Nadie escandalizó a las instituciones por haber encontrado un centenar de niños hablando de la muerte con los muertos. Antes bien, amenazaron a sus padres con quitarles “la beca”, en caso de que se reiteren esas caminatas de niños, con sus brazos extendidos, por ese norte de las calles orientado al poniente.
Según la crónica, cuatro de las trece familias denunciadas se negaron a firmar el acuerdo para seguir recibiendo la cuota del plan social. “Ganan más plata en la calle que con la beca”, argumentaron. Y quién puede soportar la imagen de esos niños mendigos que van y vienen, con sus 6 años inocentes o sus 10 años de risa despeinada por las calles de las luces. Acusan al mendigo de su desgracia y no conocen la valentía de madrugar, poeta, nómada, al crudísimo día de ser hombre, diría Vallejo.
Fuente de datos: Diario Uno - Mendoza 21-09-04
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