Deuda

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Por Claudia Rafael

(APe).- Hay mundos contrapuestos. Realidades que deambulan por vías paralelas que jamás podrán encontrarse. Discursos ajenos y distantes a miles de kilómetros de los días aciagos de millones de hombres y mujeres que no encuentran un atisbo de luz en sus horizontes sistemáticamente truncados.

"Esto arrancó con una discusión a comienzos de 2010 y hoy, a nueve meses, ya se pagaron 5.000 millones de dólares de deuda con el fondo constituido (especialmente) con reservas, y tenemos más de 51.200 millones de dólares (de reservas) en el Banco Central: es decir, estas son bastante más que las 47.500 millones que teníamos a comienzos del año". Un exultante Amado Boudou hablaba de las riquezas ahorradas en un país en que 25 pibes se nos siguen escurriendo de las manos cada día. Con esas palabras ajenas al barro cotidiano de millones de argentinos el ministro explicaba que “es una decisión del gobierno” cumplir con los acreedores externos y “planteamos para el 2011 el mismo mecanismo" dispuesto por el Poder Ejecutivo para 2010. O, de otro modo, bajar la persiana como ayer y mañana a la utopía de decir un basta definitivo a las bancas del sometimiento.

Los números, lejanos y fríos, se conducen sin saber de dolores y carencias. Y una vez más los anuncios presupuestarios para 2011 vuelven a predecir un paisaje árido para los excluidos de la tierra. “Al presupuesto hay que pensarlo en el sentido integral. Y este proyecto, que prevé el pago de deuda por más de 8500 millones de dólares, muestra que la principal orientación del gasto de la Argentina para el año que viene es pagarle a los acreedores externos”, analizó el economista Julio Gambina.

El proyecto de presupuesto destina 151.000 millones de pesos al endeudamiento público; para amortizar la deuda, 112 mil millones y para pagar intereses 36 mil millones. Y compara: en este año se invirtieron en Salud, 6445 millones de pesos y en Educación, 17.537 millones.

¿Qué diría Carmen Palomo, la muchacha cuya entera vida cesó a los 20 años, en el hospital Juan Domingo Perón, de Tartagal, asaltada de pura prepotencia por la desnutrición, la deshidratación, las malas condiciones de higiene según las crónicas escasas y sin adjetivos de los diarios del lugar? ¿Qué diría, si después de todo, seguramente la chica no podía contar más que con los palotes de una escuela que no le conoció ni la mirada ni el martirio de sus días?

Carmen Palomo sólo supo de la deuda interna. Tan genocida como la otra. Pergeñada para someter y expulsar. Considerada legítima por cada uno de los gobiernos por pura complicidad, cobardía o convicción. Decisiones que el gran Rodolfo Walsh hubiera caracterizado como “raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia”.

Boudou no sabe siquiera de la corta existencia de Carmen Palomo. Y asegura, a contramano de la vida ausente de dignidades de la chica de piel oscura como su tierra, que “no hubo nunca en la historia argentina siete años de crecimiento continuo, con creación de nuevos puestos de trabajo, con récord en acumulación de reservas”. No hubo reservas para Carmen y menos aún crecimiento. Porque después de todo, ese crecimiento fue para otros, pocos, distintos de Carmen en presente y en destino.

No lo hubo tampoco para el pequeño wichi Castellanos que a los dos años se fue sin que hubiera Aya Marcay Quilla que lo trajera de nuevo a los brazos de su pueblo. Ni para el chiquito santafesino de tres años que no alcanzó a llegar al Hospital Mira y López porque su vidita corta se quedó en el camino con la estridente sirena de la ambulancia como único arroró para su adiós.

Ninguno de los tres fueron parte de ese modelo de país con el que soñó y sueña Aimé Boudou, un golden boy de los años en que se prometía el derrame, las migajas para los desterrados y ni eso, siquiera, les llegó.

En 2011 se volverán a pagar más millones a los acreedores que a los eternos desesperanzados de esta geografía fatalmente asolada. Se pagarán apenas un manojo de dólares más de lo que hacia 1975 era el total de la deuda externa tanto pública como privada. Una deuda que la democracia siguió sistemáticamente coronada como legítima durante los últimos 27 años.

Ya lo definió hace tiempo Eduardo Galeano. Deuda externa: dícese del compromiso que cada latinoamericano contrae al nacer, por la módica suma de 2000 dólares, para financiar el garrote con el que será golpeado.

 

Edición: 1872


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