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Por Carlos del Frade
(APe).- -En la ciudad de la carne, los chicos consiguen más fácil paco que carne. Duele mucho ver cómo viven estas familias atravesadas por la mala alimentación –dice Julieta Palma, estudiante de cuatro año de medicina de la Universidad Nacional de Rosario, en relación al relevamiento que han hecho sobre peso, talla y análisis fonoaudiológicos en 108 chiquitas y chiquitos en el barrio Resistencia, surgido de una toma de tierras hace tres años, en Villa Gobernador Gálvez, una de las ciudades más grandes de la provincia de Santa Fe, separada de Rosario por el arroyo Saladillo, así como Avellaneda está distanciada de Buenos Aires por el Riachuelo.
Vieja geografía industrial hasta mediados de los años noventa, Villa Gobernador Gálvez había sido en los años sesenta uno de los sitios que más creció demográficamente. Un impulso que era consecuencia de los frigoríficos, el ferrocarril, las industrias metalúrgicas y el legendario puerto sobre las aguas marrones del Paraná.
Hoy es uno de los lugares que a fines del pasado tuvo la tasa de homicidios más alta del país, formando parte del llamado departamento Rosario. Una vez más, morir era más sencillo que vivir para decenas y decenas de pibas y pibes.
Julieta forma parte de un grupo de trabajo que viene produciendo los relevamientos de la población de esa nueva barriada, surgida de “los trabajadores y las madres cansadas de las amenazas de los narcos y que querían vivir de otra manera”, cuentan los estudiantes conmovidos y comprometidos con la suerte de estas familias.
Uno de los datos más preocupantes de la investigación es el resultado de los estudios fonoaudiológicos: chiquitos y chiquitas de nueve años tienen un desarrollo cognitivo equivalentes a cuatro años. “El sistema nervioso central no se ha desarrollado de manera normal por la mala alimentación que se expresa en desnutrición, obesidad y otras tantas formas. Por eso muchas mamás nos decían que los chicos no aprendían en la escuela, no entendían y, en realidad, la culpa no era de los pibes, sino de la pésima forma de alimentarse que tienen como consecuencia del desprecio que le imponen los distintos gobiernos”, dice Julieta con claridad, bronca y rebeldía.
“Nosotros detectamos bajo peso en Misael. Cuando lo encontramos pesaba 3,300 kilos, que es un peso inferior al que él tenía cuando había nacido. Eso fue lo primero que nos preocupó y después el estado general del chico, que no tenía ningún tipo de reflejo, como el de succión, que es el que les permite a los chicos amamantarse. La mamá nos contó que había estado con algunos problemas pero que no la habían atendido en el centro de salud, que no recibía la leche maternizada, que es un problema que viene ocurriendo no sólo en Villa Gobernador Gálvez sino también en toda la provincia, y que por eso no lo había podido alimentar correctamente”, destacó la estudiante en diálogo con otros medios de la región.
Frente a esto, le dijeron a su madre que lo lleve a un centro de salud donde finalmente se lo derivó y terminó internando en el hospital Centenario. “Allí estuvo casi una semana y media con desnutrición grado uno, una desnutrición aguda porque es menor de un año. Ahora ya fue dado de alta. Recuperó bastante peso durante la internación y estaba pesando cuando lo fuimos a visitar al hospital 6,200 kilos, lo cual es una mejora importantísima, estaba mucho más vigoroso, mucho mejor, por lo que pudimos constatar que tenía todos los reflejos, se recuperó”, comentó. Palma recordó que se estaba ante una situación de pobreza que se repite en muchas partes del Gran Rosario. “Viven con suelo de tierra, paredes de madera, con un frío que lógicamente atraviesa todo, no tienen agua potable, no tiene trabajo la mayoría, no hay acceso a la salud porque no da abasto y distintas cosas así, muchísimas”, indicó.
“El año pasado el comedor que funcionaba en el barrio lo hacía con 40 centavos por chicos y este año directamente dejó de funcionar porque dejó de tener subsidios por parte de la municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. Esto se repite seguramente a nivel nacional. Mientras que haya un presupuesto nacional que gaste un 3 por ciento en salud, un 8 por ciento en educación y un 13,5 por ciento en una deuda contraída en la dictadura yo creo que lamentablemente esas condiciones se van a repetir en muchos lugares de la Argentina”, analizó Julieta convencida que hay que transformar la realidad y no caer ni en la dádiva ni en la lástima.
Fuentes: Entrevistas propias, diarios “La Capital” y “El Ciudadano”, martes 24 de junio de 2014.
Fotografía en blanco y negro: Ir por la sombra. Martín Waldbauer.
Edición: 2723
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