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Por Oscar Taffetani
(APe).- "No hay, no puede haber en Buenos Aires, con el inmenso Plata resollando ahí al lado y con más de 100 litros de agua potable por habitante, idea ni remota siquiera de la intensidad angustiosa que tiene para el interior, asoleado y en seco, el problema del agua. Es todo, lo resume todo; es la espuela terrible de la sed, es la exigencia del aseo, es la indeclinable necesidad del trabajo agrícola, que se malogra sin riego ."
"El largo clamor de las poblaciones afligidas de sed viene desde los tiempos remotos, balbuceando ya en lenguas indígenas, grabado en las ingenuas teogonías del poblador aborigen, que esculpe en los cacharros de su ajuar figuras representativas del dios de la lluvia..."
Así expresaba M. Bernárdez en su libro La Nación en marcha (Buenos Aires, 1904), el protagonismo del agua (y de la falta de agua) en la vida cotidiana de los primeros argentinos.
Fue buscando agua como Fuchs y Begin encontraron petróleo en Comodoro Rivadavia. Y fue buscando agua en las áridas mesetas de Culampaja y los bajos serranos de Quilmes, Belén y Chango Real -provincia de Catamarca- como se encontró oro, plata, cobre y estaño.
Entonces, los propietarios de los títulos mineros se hicieron ricos. Y los dueños de los escasos pozos de agua y manantiales, también.
Sin embargo, a los criollos que habitan esos valles y quebradas; a los sufridos acreedores de la impagable "deuda interna" argentina, ni la multiplicación del agua ni la multiplicación del oro los han ayudado a vivir mejor.
Antes al contrario, el agua fue mercificada (es decir, convertida en objeto de comercio) y tratada a nivel legal como un bien inmueble. Créase o no.
El agua, tan necesaria para la vida, es hoy malgastada en la limpieza de rocas y minerales para la producción de oro, y también en el subsidio de una burocracia inepta y corrupta, que no ha logrado revertir, en un siglo, el cuadro de pobreza que pinta Bernárdez en su libro.
Alarma ambiental
Según los folletos turísticos, Villa Vil es "un hermosísimo paraje rodeado de cerros rojizos ".
Como Rosario de la Frontera, en Salta, Villa Vil cuenta con aguas termales, sanadoras, aguas termales que brotan de la piedra a una temperatura de 60 grados.
Pero Villa Vil fue a la primera plana de los diarios, esta semana, no por las bondades de sus aguas o su paisaje, sino porque sus vecinos denunciaron, junto con los de Andalgalá, Belén y Santa María, el tercer derrame de concentrado (un líquido espeso, altamente contaminante) en el ducto que lo transporta desde la mina de Bajo de la Alumbrera hacia Cruz del Norte, Tucumán.
Los vecinos estaban exigiendo, ni más ni menos, la aplicación de la ley, que prevé la paralización inmediata de una explotación minera cuando son verificados tres derrames consecutivos en los conductos que trasladan el mineral.
Muy rápidamente, empleados de la Compañía recogieron en bolsas y se llevaron en camiones -confirmaron testigos- aquel barro mineral que constituía la evidencia del derrame y de su magnitud.
Muy rápidamente, también, la Secretaría de Estado de Minería difundió que "de acuerdo a los informes efectuados por el Jefe de la Policía Minera, Ing. Arturo Lorenzo Ferreyra y la Lic. Miriam Cisternas, Jefa de la UGAP, respectivamente, el desarrollo de los procedimientos está dentro de los programas previstos..."
"Por el tipo de material transportado, lugar ocurrido, volumen de la fuga y celeridad de los trabajos considerados para esta contingencia -concluye el informe- el incidente no provoca algún tipo de riesgo para el entorno cercano y la población".
Muy rápidamente, asimismo, ciertos medios de prensa que consideran a Bajo de la Alumbrera una empresa modelo -donde el Estado es socio del capital trasnacional- se dieron a la tarea de tranquilizar a la población...
A poderoso enemigo se enfrentan los luchadores ambientales del NOA , en estos días.
Pero ellos son cada vez más numerosos, cada vez más atentos, cada vez menos ingenuos. Pasada la alarma ambiental, agradecieron a los medios y agencias amigas por haber dado rápida difusión a su denuncia, y aprovecharon la oportunidad para hacer públicos algunos graves temas pendientes.
Diario de la resistencia
Ambientalistas del NOA denuncian que los proyectos mineros "Agua Rica" y "Filo Colorado", que desde hace once años exploran el nevado del Aconquija, en Catamarca, no han enviado todavía un solo informe de impacto ambiental.
También alertan sobre el peligro que entrañan esos proyectos, que podrían poner a flor de tierra y en contacto con el agua potable minerales radioactivos como el niobio, el uranio y el plutonio.
El impacto ambiental de Bajo de la Alumbrera, por otra parte, queda en evidencia tan sólo verificando sus volúmenes de trabajo:
La minera remueve, por día, alrededor de 350 mil toneladas de roca de naturaleza sulfurosa, lo que ya de por sí es dañino y cancerígeno.
La minera se abastece de 100 millones de litros diarios de la reserva acuífera Campo de Arenal, y ya se ha denunciado la forma alarmante en que bajó el nivel del agua, justo en el lugar en donde se proveen los habitantes de Santa María .
"No es casualidad -observa un militante ambiental- que con el desembarco de la Alumbrera, en los últimos tiempos, se haya notado la presencia de cientos de zorros sin pelaje; que haya aves y peces muertos por doquier; que veamos animales de granja deformes..."
Andalgalá lleva el nombre de un cacique diaguita que resistió heroicamente los embates del conquistador español.
Un poco más al sur, en territorio del Tucumán, vivían los Quilmes, cuya resistencia fue castigada con la extrañación y el desarraigo (una vieja receta del Imperio).
Y en las riberas del Dulce y el Salado, Santiago del Estero, echaron raíces paisanos que hablaban -y que todavía hablan- el quichua, un modelo de resistencia cultural.
De esos mismos territorios de la patria nos llegan hoy las voces de alerta y las denuncias contra los mercaderes del agua y el oro.
Antes, al decir de un filósofo, ellos "no sabían lo que les pasaba y eso era justamente lo que les pasaba". Pero ahora lo saben. Y pelean.
Éstas son las últimas, auspiciosas noticias, que nos llegan de Andalgalá.
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