Sentido común

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Por Néstor Sappietro

(APe).- “Los pibes nos sacan una ventaja imposible de descontar. Ellos se mueven en un universo en el que las cosas quedan más cerca. Las respuestas que los adultos buscamos en las profundidades, suelen estar a la vuelta de la esquina. La simpleza es una virtud que extraviamos en los jardines de la infancia”... Así decía Arturo, uno de esos filósofos de barrio que suelen habitar los bares, refiriéndose a los laberintos que forman el alma humana.
En estos días comprendí en toda su dimensión las palabras de Arturo...

 

Estábamos con mi hijo Julián mirando la tele cuando aparecieron imágenes de un desalojo; familias enteras quedaban en la calle, a la intemperie. Una mujer imploraba frente a la cámara por un lugar donde vivir con sus hijos y sus poquitas cosas.
Julián tiene 12 años, y trataba de entender la situación:
- Papá, ¿Por qué los echan de la casa?
- Porque... no son dueños del terreno y, bueno, la justicia decidió que tienen que irse...
- ¿La justicia?
La pregunta de Julián estaba influenciada por los dibujitos de los superhéroes donde se entiende por justicia algo relacionado con hacer el bien y le costaba relacionarlo con las imágenes y las voces de esa gente que se quedaba en la calle sin nada.
Después, tratando de convencerse de que las cosas no pueden ser tan bestiales, dijo:
- Si los sacan de ahí deben tener otro lugar para que vayan. No los van a dejar en la calle...
- Seguro hijo... debe ser así.
En ese punto terminamos la conversación.
Sucede que desencantar a un pibe de 12 años no es una tarea grata, y uno termina pateando para adelante algunas respuestas creyendo, torpemente, que hay cosas que los pibes no pueden comprender, cuando el asunto es exactamente al revés.

Un comunicado del Sindicato de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (SUTEBA) hace la cronología de una serie de desalojos violentos realizados en noviembre en la provincia de Buenos Aires.
Gendarmería, Guardia de Infantería y Policía empujando a la calle a cientos de familias y destruyendo sus precarios hogares con topadoras con la orden del juez.
En el predio La Esperanza, ubicado en el Barrio 25 de Mayo, de Moreno, unas 150 familias fueron desalojadas por un operativo policial que dejó pocas viviendas en pie. Luego del desalojo, algunas personas se habían quedado en el predio cuidando sus pertenencias, mientras el resto de las familias se instaló en la casa de vecinos, familiares o en un carpa en un descampado cedido por el club 25 de Mayo.
Las fuertes lluvias ocasionaron el derrumbe de una de las construcciones que había quedado deteriorada en el operativo y ocasionó la muerte de un joven y heridas en otras dos personas. Los tres eran parte del contingente que quedó en el asentamiento cuidando lo poco que les quedaba.
Los vecinos, reclamando una solución a su intemperie, se movilizaron al Juzgado de Paz de Moreno, a cargo del Juez Radrizzani, quien se encuentra detrás de todos los operativos violentos de desalojos que se han realizado en el partido, y no encuentran ninguna respuesta.

Cientos de familias en la calle, un joven que termina su vida debajo de los escombros y ninguna solución. Ni el juez, ni el gobierno de la provincia, y mucho menos las fuerzas de choque pueden responder a las preguntas de Julián, un pibe de 12 años.
La lógica, la sensatez y el sentido común son expedientes perdidos en los juzgados que forman parte del universo de los adultos. Un universo de títulos propietarios, escrituras, indiferencia, desprecio y exterminios cotidianos.

Es necesario, como le pasa a Julián, que nos escandalicemos cuando alguien en la tele aparece llorando porque se queda en la calle. Es indispensable suponer que antes de desalojar a cientos de familias, la justicia debe tener previsto otro lugar para que vayan a vivir.
Quizás, para que estas cosas sucedan, habrá que recuperar algunos asombros, algunas rebeldías y la sabiduría simple que extraviamos en los jardines de la infancia.

Fuentes de datos:
Consejo Ejecutivo SUTEBA Moreno y Diario Página/12 17-11-09

 

Edición: 1646


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