Pequeña intifada cordobesa

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Por Carlos del Frade

(APE).- Los pibes se cansaron de ser víctimas. Comenzó en Villa Páez, un suburbio de la ciudad de Córdoba. Pibes de quince años produjeron una intifada contra la policía. A piedrazos limpios los atacaron como consecuencia del asesinato de un amigo suyo, de quince años, baleado por un vecino.

 

Mucha bronca acumulada. Demasiada impunidad. Prepotente condena sobre ellos.

Tenía que llegar el día que los pibes se cansaran de ser víctimas.

Las crónicas periodísticas hablan de una zona sitiada.

Durante cuatro largas horas los chicos se enfrentaron a los policías que respondían con balas de gomas.

Los pibes querían llegar a la casa del asesino para destruirla. Sus principales armas eran gomeras. Gomeras definitivamente exiliadas del juego y del descubrimiento de la naturaleza y el asombro por el mundo.

No hay tiempo para aquel paisaje que alguna vez existió para todos los pibes. Y no se trata de adherir a la justicia por mano propia ni mucho menos. Pero los pibes se cansaron de aguantar los golpes, las detenciones por portación de caras y ropas gastadas, de llorar los viajes a la pampa de arriba de sus amigos como consecuencia de “mayores” que nunca tienen demasiado respeto por esa palabra cada vez más vacía que es la ley.

Los efectivos de la Guardia de Infantería y de un llamado grupo Eter tuvieron que levantar barricada para quemar cubiertas con la idea de parar la furia de los chicos.

Dicen que no hubo heridos y sí dos detenidos.

El asesino se llama Jorge Luis Escobedo, albañil de oficio y matador por la espalda de José Luis González, un pibe de quince años.

A dos semanas del hecho, Escobedo se entregó a la justicia. La casa de su familia fue el primer blanco de la furia de los chicos. Fue la primera intifada. Piedras como vehículos de una bronca de origen lejano, espeso como cualquier desconsuelo verdadero.

Los abogados de Escobedo, entonces, se preocuparon por la seguridad de la familia que tuvo que irse a Buenos Aires.

Después vino la noche de la intifada. Porque nadie le enseñó a los pibes amigos de José Luis González que existe de verdad eso de la justicia. Porque viven sin ella desde hace años.

Y las piedras contra la policía, las piedras contra los custodios del orden, las piedras contra el orden. Contra el sistema.

Fue durante las sombras de la madrugada que llegó el cura Horacio Saravia de la Pastoral Social para intentar hablar con los amigos de José Luis, los enfurecidos y doloridos amigos del asesinado a traición.

-Tuve temor pero gracias a Dios los chicos me escucharon, me recibieron -dijo el sacerdote.

“De entrada digo que toda actitud de justicia por mano propia es totalmente rechazable, venga de donde venga, y sea en el lugar que sea. Pero Villa Páez es un barrio de mucha gente trabajadora, honesta, digna, adonde hay una escuelita en una casa de familia, donde las pobres maestras, poquísimas, dan como pueden clases... y en un barrio tan populoso yo he visto cincuenta chicos de diversos niveles con una sola maestra”, dijo el religioso.

“La única fábrica de magnitud que había en el lugar, la única así de magnitud fue cerrada. Me refiero a la Cervecería Córdoba. Entonces en un barrio donde no hay escuela, y donde no hay fuentes de trabajo, se lo reduce prácticamente a la impotencia y a la falta de porvenir y creo que en eso la responsabilidad no es de Villa Páez, la responsabilidad es de nosotros las instituciones”, describió el contexto existencial. “Creo que hemos olvidado a Villa Páez y hemos olvidado no solamente a Villa Páez sino a barrios como ella, pero creo que la primera responsabilidad está en nosotros, las instituciones”, asumió el sacerdote.

En relación a la circulación de la droga, el representante de la Pastoral Social dijo que: “Es un tema en el cual creo que tendríamos que expresarnos más, que tendríamos que decir más, a pesar de que mucho se dice, incluso con nombre y apellido y señalando casas y sin embargo hay una sospechosa inacción de las fuerzas que tienen que actuar”.

Los pibes de Villa Páez desataron una furia largamente contenida.

¿Fueron ellos los que tiraron la primera piedra?

Fuente de datos: Diario La Voz del Interior - Córdoba 27 y 28-09-05


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