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Por Oscar Taffetani
(APe).- La historia de Quilmes empieza con un desarraigo. Por poner una fecha, diremos 1667, que es el año en el que Alonso de Mercado y Villacorta, un traficante de bienes y vidas ajenas que fungía como gobernador del Tucumán, le escribió al conde de Santisteban, virrey del Perú, para decirle, muy ufano, que "no ha quedado en Calchaqui ni un solo calchaqui..."
Se refería a Juan Calchaqui, uno de los líderes de la nación diaguita, protagonista junto al andaluz Pedro Bohórquez de la última sublevación de los hijos de la tierra en las altas montañas del Tucumán, vasta región que ni siquiera el Inca, en el esplendor de su imperio, llegó a dominar.
El asedio al último pucará de los Quilmes, no muy lejos de la actual Cafayate, tuvo todos los rasgos de un sitio medieval, cuando se cortaba el agua, los víveres y toda comunicación a los sitiados, para hacer que la sed y el hambre los pusieran de rodillas.
Así pasó en la ciudadela de los Quilmes, inaccesible por cien años a la tropa esclavizadora colonial. Sólo que cuando Villacorta pudo entrar, un mediodía de otoño del año 1665, ya no quedaban guerreros (futuros esclavos) con vida en el pucará. Tan sólo se veían viejos, algunos varones heridos o mutilados y mujeres, cientos de mujeres silenciosas que taladraban con su mirada al invasor.
Temeroso de que se produjeran nuevos brotes de rebeldía (y dignidad) entre los diaguitas, Villacorta decidió extrañarlos: condenarlos a vivir lejos de su tierra, en un paisaje distinto, lejos de sus muertos, lejos de sus raíces. Entonces, envió a los pocos sobrevivientes de los Quilmes hacia el sur, mil leguas hacia el sur, hacia un pobre caserío llamado Buenos Ayres, junto a un río que parecía un mar y que tenía el color de la tierra que los derrotados habían perdido.
Cada historia, una pregunta
Otro origen, más convencional, de Quilmes -uno de los más extensos y poblados distritos del conurbano bonaerense- es la misma creación de la Reducción de la Santa Cruz de los Indios Quilmes, en el siglo XVII.
O tal vez -ya que está de moda el Bicentenario- podríamos remontarnos al 13 de octubre de 1810. En aquella fecha, el Correo de Comercio publicaba la siguiente noticia: “Nos es muy grato anunciar al público que en la Ensenada de Barragán por los auxilios que ha facilitado D. Pedro Dubal, ha podido D. Roberto Staples formalizar una fábrica de carnes saladas, la cual ya está en exercicio...”
En la Ensenada de Barragán -recordemos- se concretó el primer desembarco inglés en territorio del virreinato español, allá por 1806. Cuatro años después, en ese mismo lugar -sugestivamente- funcionó el primer saladero de carnes del territorio patrio. Su propietario era el mencionado Staples y en la primera degustación de carne salada, como consta en una vieja crónica, “estuvieron presentes los Señores Vocales Dn. Miguel de Azcuénaga, Dn. Domingo Mateu, Dn. Cornelio Saavedra y el finado Dr. Dn. Mariano Moreno”.
Aquella carne salada en Quilmes, gracias a la Revolución de Mayo, pudo venderse en 1810 a los terratenientes de La Habana, como alimento para esclavos africanos de las plantaciones españolas... (que nos digan si aquello no era globalización).
Y si tuviéramos que marcar un origen de Quilmes en el siglo XX, entonces será inevitable hablar de la acción colonizadora de Otto Bemberg, fundador de un emporio que quitó a los Quilmes lo poco que les quedaba (su nombre) para convertirlo en marca de cerveza. Al siglo siguiente, ese holding creado por Bemberg, con todas sus marcas y productos, sería vendido a un grupo belga-brasileño.
“Una pregunta para cada historia”, dice Brecht en uno de sus poemas didácticos. Pero nosotros decimos: un hecho de explotación y opresión en cada historia. Una tristeza por el desarraigo y el despojo en cada historia. Y a la vez, un ejemplo de valentía y dignidad del vencido, en cada historia.
La nueva resistencia
Con errores de ortografía (pero con minuciosa caligrafía popular), una muchacha de Quilmes llamada Analía, dejó su post en una nota periodística que publicó el diario local Perspectiva Sur, el pasado 22 de septiembre.
“...hola Elisabet! lo que se pide es que el gobierno se haga cargo de la situacion (...) anoche con la noticia de telefe me puse contenta, quiere decir que la gente ya n se queda llorando en el patio de su CASA, que sale protesta y apunta al responsable, responsable de hacer gestion, para aliviar esta terrible situacion, como tendriamos que hacer todos cuando, (no se compara) pero no encuentro otro... tenemos las calles rotas y es imposible transitar, ambulancia, remis, colectivos, y hasta uno mismo caminando, no les parece que el estado tendria que ver estos problemas con mas atencion? que pasaria si... un enfermo no puede llegar hasta el hospital (...) vivir en tierras expropiadas nos lleva a la falta de consiencia, tenemos en nuestras mentes dar a nuestros hijos ese pedasito de patio para correr gritar, sin que le moleste al otro, pasamos frios lluvias hambre y estamos como en la pre historia (...) mientras tanto?... los chicos?... patinan en el barro, juegan en la mas imnunda pudricion, quien los atiende? otra no queda.... el listado para los planes de vivienda es una tomada de pelo, llevas los papeles y entras la lista de espera... No podemos esperar y expropiamos, pero ojo expropiamos con la ayuda de algun guacho que armo una jugada politica, en toda expropiacion siempre aparecen y ahi esta el vivo y el carenciado.... si se pide la ley de espropiacion no nos damos cuenta que estamos condenando a nuestros hijos a la mas siniestra muerte, Tierras contaminadas, Cancer en puerta. creo que la mejor solucion es sacar por completo las familias y no dejar que se vuelba a las tomas, la rueda seguiria girando. problema donde colocar esas familias? solucion: tendriamos que buscar a los rsponsables de la expropiacion y el gobierno, hacer una veradero plan de viviendas, no un plan de viviendas para fines politicos...”
El Emporio del Tanque tomó su nombre de una fábrica de depósitos de combustible que funciona en un predio de 25 hectáreas delimitado por el Camino General Belgrano, las calles Rodolfo López y República del Líbano y el arroyo Las Piedras, en jurisdicción de Quilmes. Una parte de ese predio fue ocupada en 2003 por un grupo de familias sin techo. Seis años después, junto a la chatarra que se pudre al sol, sin agua potable ni luz eléctrica, sobreviven allí 600 familias. Ésa fue la realidad reflejada en el reportaje de Telefé que comenta Analía.
Dijimos que hay un ejemplo de valentía y dignidad del vencido, en cada historia. Lo ratificamos ahora, lo volvemos a decir, tras leer el inadvertido post que dejó una inadvertida muchacha de las barriadas de Quilmes, provincia de Buenos Aires, emporio del desarraigo construido a la vera de un ancho río que tiene el color de la tierra perdida.
Edición: 1602
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