Más resultados
Por Néstor Sappietro
(APe).- Debo admitir que nunca fui bueno para las matemáticas. No era lo mío. Cada examen se transformaba en un suplicio. Ecuaciones, derivadas, integrales... eran parte de un universo que me parecía inalcanzable. Sin embargo, tropezones mediante, me las arreglé para aprender lo necesario y fui atravesando las dificultades que cada año me ofrecía la materia.
Esto no pretende ser un mensaje de autoayuda, de esos que dicen “tú puedes, solo es cuestión de esforzarte”... No, nada está más lejos de las intenciones de esta crónica.
La vida está llena de cosas que nos quedan demasiado lejos, aunque bien vale buscarlas durante el tiempo que nos toque estar por acá.
De todas maneras, volviendo a las matemáticas, cuando escucho los argumentos que intentan justificar la causa por la cual millones de hogares en nuestro país subsisten en la pobreza y la marginación, empiezo a dudar acerca de mis conocimientos sobre sumas y restas alcanzados en la escuela.
Es entonces cuando recurro a don Raúl Scalabrini Ortiz, que con una sentencia muy sencilla me ayudó a comprender que los números en economía no son un tema tan complejo. Decía Scalabrini: “Estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño. Solo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros”.
Entonces, aunque desde el gobierno insistan tratando de explicar las razones de un reparto de la riqueza tan desparejo, hagámonos el favor de no caer en la trampa. La desnutrición, la pobreza, la marginalidad no precisa de explicaciones científicas. No precisa licenciados en economía, ni derivadas, ni integrales, ni ecuaciones que busquen la incógnita. El abandono y los privilegios aparecen a simple vista. Con sumar y restar, alcanza y sobra.
Una rápida mirada de las cifras, alcanza para entender las causas de la ampliación de la brecha que separa a ricos y pobres. Concentración de riqueza, impunidad de los dueños del dinero y naturalización de la miseria.
Entre 2003 y 2008 el Tesoro nacional otorgó subsidios al sector privado por 41.800 millones de dólares y exenciones impositivas por otros 26.800, totalizando 68.600 millones de dólares. Esta cifra supera los 64.800 millones que el gobierno nacional invirtió en el mismo período en la suma de sectores como educación, cultura, ciencia y técnica, salud, agua potable y saneamiento, vivienda y desarrollo urbano, y en las transferencias directas a personas realizadas bajo los programas de promoción y asistencia social (el plan jefas y jefes de hogar, entre otros), el seguro de desempleo y los salarios familiares.
La reorientación de los fondos en cuestión habría permitido conseguir simultáneamente que todas las escuelas fueran hoy de doble jornada y una asignación por hijo de hasta 19 años de 2000 pesos anuales, aproximadamente.
De este modo se habrían dado pasos gigantescos para reducir la desnutrición, la indigencia y la pobreza, para mejorar la distribución del ingreso y para lograr un futuro posible para millones de argentinos.
Los asuntos de la economía “solo requieren saber sumar y restar”, decía Scalabrini, “cuando usted no entienda una cosa pregunte hasta que entienda. Si no la entiende lo están robando...”
Esa es la mejor de las explicaciones.
La cuenta es muy sencilla. Nos están robando el presente. Nos están arrancando el futuro. Los sectores privados amigos del Estado, se quedan con las porciones de salud, educación, asistencia social, vivienda y dignidad que le faltan a millones de familias.
Y eso, está claro hasta para mí, que nunca fui bueno para las matemáticas.
Fuentes de datos:
Diario La Nación 23-07-09 /
Raúl Scalabrini Ortiz, “Bases para la Reconstrucción Nacional”
Suscribite al boletín semanal de la Agencia.
Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.
Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte