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Por Oscar Taffetani
(APe).- Esto parece una enseñanza del Tao: que en la fragilidad reside la verdadera fortaleza; que el arma más poderosa, capaz de disuadir a cualquier enemigo, es la mano abierta, el pecho desnudo; son los ojos humanos que taladran y taladran el infinito.
Qué decirle a Verónica, la muchacha que secuestraron ayer, la trabajadora de Pelota de Trapo a la que intimidaron, a la luz del día, sin capuchas ni barbijos, algunos matones a sueldo del poder. Qué escribirle.
Verónica no lee estas notas. Está lejos del mundo de la dialéctica y de los discursos. Lo de ella es la vida. Lo de ella es vivir y hacer vivir. Amar. Desde la cocina, preparando el alimento para los chicos, ama. Y al volver a casa. Y al entregarse al descanso y al sueño. Su vida, más allá de rigores y tristezas, transcurre entre distintas formas del amor.
Los secuestradores de Verónica no pudieron conseguir lo más hermoso de ella, que es su risa. La intimidaron, le hicieron sentir por un rato que eran capaces de hacer daño, pero nada más. De la alegría de Verónica y de su risa se verán privados para siempre.
Pensándolo bien, son desgraciados. Infelices. Mercenarios de una guerra que ya han perdido. Porque la máquina de producir bondad, la de producir amor y solidaridad en el género humano, está encendida. Y nadie la puede parar.
Los accionistas del hambre tienen los días contados. Los mercaderes del paco van a morir de su propio veneno, antes de que caiga el sol. Lo que viene es Verónica, todas las Verónicas: el amanecer.
I
El del martes 7 de julio fue el noveno atentado sufrido por los Chicos del Pueblo. ¿Qué le molesta tanto al poder? ¿Qué es lo que lo incomoda?
¿Que el Movimiento pone sobre la mesa, sin especulaciones ni dobles mensajes, el tema del hambre? ¿Que repite hasta el cansancio que el hambre y la pobreza son la causa primera de la mortalidad infantil en el país? ¿Que no se puede entender que en la Argentina, uno de los mayores exportadores de alimentos, haya niños con hambre?
O tal vez lo que le molesta al poder es que los Chicos del Pueblo son la evidencia, la clara evidencia, de que otro país es posible. Y que otro mundo es posible.
II
Tras las amenazas e intimidaciones del invierno pasado, el Gobierno dispuso una custodia policial permanente en los hogares, los talleres y posibles nuevos blancos de los atentados. Pero muy pronto la retiró.
Se entregaron a la Justicia los números de los celulares desde donde se enviaron amenazas. Sin embargo, la Justicia no ha conseguido aún “abrir las antenas” ni cruzar los registros para localizar a los agresores.
Claro que en la causa de la efedrina, cuando buscaron revelar las “conexiones” de un candidato opositor, ahí sí las antenas de las empresas de telefonía se abrieron, como por arte de magia.
Al levantarse la custodia policial, Chicos del Pueblo solicitó su inmediata reposición, por seguridad de los niños y los educadores. El ministro de Justicia -hoy ungido Jefe de Gabinete- se excusó por “falta de recursos”.
También pidió Chicos del Pueblo la designación de un Fiscal Auxiliar, para sacar la investigación de su estancamiento y hallar a los responsables de los atentados. El Ministerio volvió a excusarse, con la muletilla de la “falta de recursos”.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oir. El Gobierno padece esa clase de ceguera y esa clase de sordera, sin remedio.
III
El 28 de enero de 1985, Michael Jackson, Lionel Richie y un grupo de estrellas internacionales del Pop grabaron la canción We are the world (Somos el mundo), cediendo los derechos a una campaña contra el hambre en el África.
“Somos el mundo -dice la letra-; somos los PIBES. / Somos los que hacemos el día más brillante. / Empecemos a dar: / ésa es la elección. / Estamos salvando nuestras propias vidas. / Haremos, de verdad, un mañana mejor...”
Casualmente, We are the world fue la canción que las estrellas del Pop entonaron juntas este martes 7 de julio, al despedir los restos de Michael Jackson en un mediático funeral que ya está dando la vuelta al mundo.
IV
Verónica tal vez hubiera visto esas imágenes en vivo, en la pantalla de la tele. Pero no pudo, porque un par de espectros indeseables, llegados del pasado, asalariados de algún verdugo, se lo impidieron.
Ahora ella tiene miedo. Y sobre todo, tristeza.
Los chicos le darán calor y abrazos. Todos los que hagan falta.
Los chicos harán que mañana Verónica empiece con una sonrisa, con una invencible sonrisa, su jornada.
Edición: 1545
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