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Por Carlos del Frade
(APe).- El sistema es cada vez más obsceno.
El capitalismo necesita de la violencia para seguir acumulando riquezas en pocas manos.
Violencia desde arriba que enseña a ser violentos a los de abajo. Para que sean violentos entre los que son más, entre los que están abajo.
El sistema no ahorra brutalidad y obviedad.
Necesita que la vida sea acorralada, que no haya rebeldías ni esperanzas.
Por eso explicita su histórica forma de construir abismos sociales y multiplicar excluidos.
Lo curioso es la supuesta naturalidad con que quieren fijarse ciertas pautas de comportamiento.
Sucedió en Mendoza, territorio que alguna vez fue sinónimo de proyecto de liberación continental cuando el ejército popular latinoamericano en operaciones, el conducido por aquel líder de masas que fue José de San Martín.
A los pies de las montañas más altas del mundo, una competidora olímpica y campeona panamericana, Cecilia Zeid, propuso enseñar a tirar en las escuelas.
Ella dice que de esa forma se mejora la concentración de las nenas y nenes mendocinos.
¿Estará preparando una pronta revolución a favor de los que son más?
No. No se trata de eso.
Zeid dice que el tiro es un deporte y debe enseñarse en las escuelas primarias mendocinas.
Para la deportista profesional el tiro no solamente ayuda a la concentración sino también es un lugar desde donde se pueden derivar los chicos a los psicólogos, según cuentan las crónicas periodísticas.
Sus propias palabras definen su postura: “Mucha gente habla por desconocimiento, pero el tiro es una disciplina altamente integradora que focaliza al niño en conseguir sus objetivos, que ayuda a la concentración y, contrariamente a lo que puede creerse, no roza ni por asomo la carga violenta que todos le achacan. Incluso muchos chicos llegan al Tiro Federal a practicar este deporte por prescripción de psicopedagogos, porque tienen problemas de atención”.
Sin embargo, no todos están convencidos de las bondades del tiro en las escuelas, de enseñar a tirar a los alumnos.
Según Adrián Marcenac, integrante de la llamada Red Nacional de Desarme, “a los chicos hay que enseñarles a dialogar, no a matar. Todo esto es absurdo y horroroso. Por suerte decidieron bajar el proyecto porque le dimos difusión a este disparate”. Adrián sabe de lo que habla: su hijo Alfredo fue asesinado en julio de 2007 y el principal imputado es un aficionado a la práctica de tiro.
Para Marcenac, “en los años 60, se enseñaba tiro en las escuelas. A mí me enseñaron a tirar, pero en ese entonces lo tomaba como algo inocente. Después aprendí que esa cultura, la de las armas, nos impulsaba a resolver los problemas a los tiros y no a través de las palabras. Esa práctica sirvió para reforzar los modelos de comportamientos machistas porque el tiro era practicado sólo por los varones. Se naturalizó el uso de las armas entre las personas, aún entre los más pequeños”, opinó el papá.
Entre estas polémicas en torno a la influencia o no de la práctica del tiro lo que aparece con nitidez es la fenomenal obviedad del sistema que intenta naturalizar el manejo de las armas entre los chicos. Intento que no tiene nada de liberador más allá de los fines del deporte en cuestión.
Fuente de datos:
Diario Crítica de la Argentina 29-05-09
Edición: 1529
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