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Por Carlos del Frade
(APe).- Desde el siglo diecinueve la provincia de Santiago del Estero está siendo devastada por los proyectos económicos y políticos basados en la depredación del medio ambiente.
Los grandes bosques de quebracho que alguna vez cubrieron una superficie similar a las antiguas geografías de las dos Alemania hoy forman parte de una llaga en la memoria de la primera provincia que tuvo desarrollo y proyecto de mejoras para los que vivían allí.
Santiago del Estero era el lugar elegido por los españoles para avanzar en estas tierras americanas.
Allí vivía el sesenta por ciento de la población del último virreynato creado por los peninsulares en el año 1776.
Carretas, licores, curtiembre y otras incipientes industrias hacían de Santiago del Estero un fragmento del territorio plagado de futuro.
Cuando los intereses ingleses decidieron destruir el medio ambiente a favor de sus industrias, el pueblo santiagueño sufrió la primera oleada de desocupados que reconoce la historia del país.
Cada vez que el medio ambiente es depredado, las consecuencias se sufren en los cuerpos de los habitantes del lugar.
Dos siglos después la lógica del sistema se repite.
Según el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Santiago del Estero, los agroquímicos provocan cien nacimientos con malformaciones al año.
La información también señala que los plaguicidas también dejan un saldo de 300 trabajadores rurales afectados con cáncer y deficiencias respiratorias, entre otras enfermedades.
-En Santiago se producen más de un centenar de nacimientos con malformaciones al año por el uso de agroquímicos -aseguró Juan Tula Peralta, el presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos de la estragada provincia.
También señaló que “las enfermedades que se presentan con mayor asiduidad, como daño colateral por el contacto con agroquímicos, son el cáncer de piel e inconvenientes en las vías digestiva y respiratorias. La aplicación de glifosato, que es esencial para combatir las pestes en los cultivos de soja, se volvió común en la provincia debido al incesante incremento del área sembrada con esa oleaginosa. El herbicida es utilizado para la soja transgénica, que es el principal cultivo en la Argentina”, apuntaba la noticia.
-Los chicos, no muestran de forma inmediata la sintomatología. Es un proceso que al cabo de unos años empieza a aparecer -agregó Peralta.
Para el profesional, “otro aspecto preocupante es la incidencia de los tóxicos en los menores de edad dado que muchos de ellos colaboran con sus padres en las tareas rurales y a menudo se desempeñan como banderilleros, es decir, marcan con su presencia y banderas los lugares en los que las avionetas fumigadoras deben esparcir los herbicidas”.
Recordó que “anualmente se desechan entre 600 y 700 toneladas de envases plásticos que contenían los pesticidas, los que al no tener un tratamiento como un residuo peligroso, llegan a convertirse en potenciales contaminantes de suelos y del agua”.
Como en el siglo diecinueve, la depredación del medio ambiente en la provincia de Santiago del Estero tiene su consecuencia en la salud de sus habitantes.
Una infame repetición de la lógica del sistema.
Fuente de datos:
Diario Crítica de la Argentina 21-05-09
Edición: 1524
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