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Por Carlos del Frade
(APe).- Los diarios del interior vienen repitiendo páginas y páginas de testimonios de trabajadores que se quedaron sin empleo.
No son postales del pasado.
Son relatos desesperantes de un presente que suele no colarse en las pantallas de los canales de televisión abierta que desde Buenos Aires nacionalizan una imagen de la Argentina.
Pero los relatos existen, las urgencias son las que marcan el pulso del pueblo.
-Me dejaron afuera porque dicen que nadie paga por lo que hicimos... -dice un trabajador metalúrgico de la zona sur de la provincia de Santa Fe.
Empleados mercantiles de las principales ciudades del país no solamente piden por aumento salarial sino también por recuperar algún puesto en las decenas de galerías que se mantienen abiertas pero que reciben cada vez menos clientes.
Peones de distintas pampas hace rato que no levantan cosechas y changuean muy de vez en cuando.
El empleo precarizado gana terreno en los crepusculares primeros meses de 2009.
Las encuestas vuelven a erigir en el primer lugar del miedo a la desocupación como consecuencia de los despidos en las tres áreas económicas: agropecuaria, industrial y de servicios.
Las grandes empresas argentinas utilizan el discurso de la crisis del sistema para despedir y mantener tasas de ganancias.
El miedo que genera el despido aplaza los pedidos de aumento salarial y domestica rebeldías por asomar.
La década del noventa reaparece en la piel de la Argentina.
Sin embargo los números oficiales dicen otra cosa.
Suman y restan a favor de una fantasía que más temprano que tarde se volverá en contra como un búmerang furioso.
El gobierno nacional de la presidenta Cristina Kirchner aseguró que el empleo creció en el país en los primeros tres meses del año.
Es una información temeraria y casi una provocación para la mayoría de los trabajadores argentinos que están precarizados.
Para el Instituto para el Desarrollo Argentino (IDESA), “unos cien mil puestos de trabajo se perdieron en el país en el primer trimestre del año por el impacto de la crisis externa y por el descenso de la actividad económica típico del verano”.
Una realidad que se palpa en las calles y en los llamados a los medios de comunicación.
Una realidad que aparece en la multiplicidad de conflictos que se dan a lo largo y ancho de la geografía de estos arrabales del mundo.
Fuente de datos:
Diario Crítica de la Argentina 26-05-09
Edición: 1520
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