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Por Carlos del Frade
(APe).- La europea Capital Federal ya forma parte de la antología de la melancolía.
A fuerza de concentración de riquezas en pocas manos y multiplicación de miseria, los gobiernos locales han priorizado ponerse del lado de los voraces ganadores que siguen siendo los mismos desde principios de los años noventa del siglo pasado.
Cuando cualquier pasajero errante desembarca en Retiro, frente a la opulencia del Sheraton y a la mismísima Torre de los Ingleses, decenas y decenas de familias duermen como pueden acurrucadas entre persianas que todavía no abren.
Las callecitas de Buenos Aires ya no tienen aquel no se qué del tango que remitía a lo bello y misterioso.
Ahora, en pleno tercer milenio, la exclusión puede verse en vivo y en directo, debajo de frazadas gastadas están los nuevos empobrecidos, los macriados, los desalojados versión 2009.
La información es contundente: “Un relevamiento realizado el lunes 27 de abril por personal del propio gobierno porteño reveló que hay 1950 personas durmiendo en la calle, cifra que duplica la que se había registrado el año pasado, para la misma fecha, cuando todavía no se aplicaban las drásticas y ‘silenciosas’ medidas dispuestas por el macrismo”, sostiene la noticia.
Agregan los datos que “el presupuesto del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) cayó este año de más de 500 millones a menos de 120 millones de pesos. De esos 120 millones, casi cien se destinan al pago de sueldos y al funcionamiento del IVC, lo que prácticamente deja sin financiamiento las obras en marcha y los planes previstos para este año”.
Una clara política que va en contra de la posibilidad de contar con viviendas para el pueblo de la ciudad capital, de la gran megalópolis de la Argentina.
De acuerdo a los dichos de los referentes de las organizaciones sociales que intentan paliar los efectos del desalojo entre el pueblo empobrecido de Buenos Aires, “las personas desalojadas reciben pequeños subsidios que apenas les alcanzan para alquilar una pieza en un hotel, durante un tiempo, hasta que finalmente terminan en la calle”.
Sin embargo, “no hay un plan de contención para las familias, al punto que incluso cortaron la entrega de subsidios. Durante siete días, desde el miércoles previo a la Semana Santa, permaneció cerrado el edificio del gobierno porteño (la Secretaría de Desarrollo Social) que está en Entre Ríos y Pavón. No se otorgaban los subsidios por problemas presupuestarios, aunque oficialmente se dijo que era por ‘tareas de desinfección’”.
Los desalojos son expresiones concretas de una política vinculada a la concentración de riquezas en pocas manos, la multiplicación de la pobreza y la consiguiente persecución contra los más necesitados y urgidos.
El panorama se completa con la ausencia de lugares para tratar a los pibes consumidos por el paco u otras formas del narcotráfico. Para las ya mencionadas organizaciones sociales, la presencia de los chicos en las calles “se ha duplicado también porque no hay lugares habilitados que estén destinados a su atención. Los casos más graves tienen que ver con los chicos que tienen adicciones, al paco o a otras drogas, porque no hay lugares para su internación en la Capital Federal y tienen que ser derivados a la provincia de Buenos Aires. En la ciudad la situación es sencillamente horrible, incluso para los casos de atención psiquiátrica, porque el Hospital Tobar García está desbordado”, indicaron.
Las callecitas de Buenos Aires muestran la verdadera cara de una política de exclusión social y privilegios consagrados.
Fuente de datos:
Diario Página/12 04-05-09
Edición: 1907
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