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Por Néstor Sappietro
(APe).- Cualquiera que atraviese los suburbios de las grandes ciudades se podrá cruzar con sus miradas perdidas. Pibes que arrastran sus huesos, su alma, sus remeras gastadas; y un cuerpo que se mezcla con su propia sombra.
Quizás, tan solo sean sombra, la sombra que proyecta una sociedad que mira para otro lado.
“Más de 70 mil chicos pobres en todo el país son adictos al paco.”
Y aunque debiera ser un escándalo, la cifra no sorprende.
Duele, pero no sorprende.
Tal vez asombre a cierta prensa que parece haber descubierto la situación que se vive en los barrios recién después de que un cura villero fuera amenazado de muerte por los personeros del narcotráfico.
Los religiosos habían denunciado el pasado 3 de abril que en las villas la droga “está despenalizada de hecho”, y además precisaron en esa oportunidad que “la mayoría de los que se enriquecen con el narcotráfico no viven en las villas, en estos barrios donde se corta la luz, donde una ambulancia tarda en entrar, donde es común ver cloacas rebalsadas. Otra cosa distinta es que el espacio de la villa -como ‘zona liberada’- resulte funcional a esta situación”.
"El ‘paco’ es una enfermedad espiritual", definió José María de Paola, el cura villero de la Ciudad Autónoma amenazado por los ‘narcos’; "La adicción tiene un componente espiritual. Me refiero a encontrarle sentido a la vida. El horizonte en la villa se acorta, no hay posibilidades”, remarcó el sacerdote.
La mitad de los menores de 18 años vive bajo la línea de la pobreza.
En estos días de tanta epidemia suelta, de tanta recomendación al uso de barbijo y a la protección con “off”, sería interesante pensar al “paco” como una epidemia que encuentra facilidades para propagarse en una población que multiplica a sus pobres.
El paco es la droga más adictiva, mortífera y barata del momento, se fabrica con resquicios de pasta base y está haciendo pedazos la vida de nuestros pibes.
“En Lomas de Zamora hay 400 chicos internados en rehabilitación y cada día mueren uno o dos por sobredosis”.
Silvia, una de las referentes de las Madres contra el Paco nos dijo, dolorida, en nuestro último encuentro, que 12 chicos habían muerto en un solo fin de semana en su zona, en Cuartel Noveno de Lomas de Zamora.
Los testimonios desnudan la cruel soledad que soportan los familiares de los pibes.
“Mueren por sobredosis, literalmente reventados, o porque se descontrolan y son asesinados por los vendedores. En los hospitales se niegan a atenderlos. Esto no sale en los diarios ni en la tele, pero es la realidad”, relató Alicia Romero, una madre que lucha contra la adicción de su hijo.
“Más de 70 mil chicos pobres en todo el país son adictos al paco.”
Es un escándalo pero no sorprende.
Duele, pero no sorprende.
Es la factura que nos pasan la indigencia, la exclusión, la indiferencia...
Ahí están, caminando como zombis por el costado de la ciudad, con los labios quemados de tanto olvido, vendiendo su propia ropa o la que cuelga de la soga del vecino, procurando unos pocos pesos de donde sea y como sea... para que el final de la pesadilla no se demore.
Fuentes de datos:
Diarios Página/12 23-04-09 y El Tribuno - Salta 04-05-09
Edición: 1905
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