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Por Alfredo Grande
(APe).- Como médico, muchas veces me ufané de mi ojo clínico. Recuerdo cuando se decía de aquel que todo lo escuchaba, que tenía oído de tísico. Ahora, el tema del olfato ocupa los espacios de la justicia. ¿Será lo policial un ámbito para el desarrollo del olfato? Recordemos que el olfato dejó de ser importante en el homo sapiens a partir de la bipedestación. Caminar con dos patas (y a veces pensar con una sola) limitaba el uso del recurso olfativo.
Por Alfredo Grande
"al caballo regalado, mejor mirale hasta los dientes"
(aforismo implicado)
Los hechos juzgados ocurrieron el 9 de mayo último cuando efectivos de la comisaría 36 advirtieron en la intersección de Lafuente y Velázquez, de esta Capital, que un joven "al percatarse de la presencia policial cambió raudamente de sentido por la cual venía caminando".
"Los motivos previos que resultan los fundamentos en los que deben apoyarse los procedimientos policiales no resultan suficientes para justificar su actuar", dijeron los camaristas al considerar que los uniformados se excedieron, ya que interceptaron al joven sólo "por haber cambiado el sentido de su circulación".
Con un criterio dispar los magistrados de la Cámara del Crimen, Juan Cicciaro y Abel Bonorino, afirmaron que un motociclista que "al observar la presencia del móvil policial, puso en marcha el rodado y se alejó del lugar", sí podía ser demorado por los efectivos.
En esa ocasión, los policías advirtieron que el conductor de la motocicleta que aguardaba en la intersección de Caboto y Olavarría, de esta ciudad, al ver a los pesquisas arrancó y pretendió irse del lugar.
Según los magistrados, esa conducta "comporta una sospecha razonable que justificó en este supuesto especial, la intervención tendiente a identificar a quien egresaba de la finca sita en Caboto 1320, a la sazón, acompañante del otro individuo mencionado".
Los camaristas explicaron que, frente a la detención, el sujeto "se tornó agresivo, al punto de trabarse en lucha con los preventores, y extrajo un arma de fuego de su cintura, que arrojó al suelo".
Por el contrario, en el caso del sobreseimiento, los magistrados del fuero federal explicaron que hacen falta elementos "objetivos" para autorizar la requisa, ya que "las meras corazonadas a veces incluidas dentro del vago concepto de 'olfato policial' que no superan el ámbito interno del funcionario quedan a un margen y no basta para legitimar la conducta invasiva".
Por este hecho, el juez federal Marcelo Martínez Burgos había procesado al joven por "tenencia de estupefacientes para consumo personal" pero el defensor oficial Juan Hermida apeló esa resolución y el tribunal superior convalidó sus argumentos.
(Diario Página/12 19-01-09)
(APe).- Como médico, muchas veces me ufané de mi ojo clínico. Recuerdo cuando se decía de aquel que todo lo escuchaba, que tenía oído de tísico. Ahora, el tema del olfato ocupa los espacios de la justicia. ¿Será lo policial un ámbito para el desarrollo del olfato? Recordemos que el olfato dejó de ser importante en el homo sapiens a partir de la bipedestación. Caminar con dos patas (y a veces pensar con una sola) limitaba el uso del recurso olfativo. Por cierto que la mirada, el oído y el pensamiento suplieron con ventaja el recurso de la nariz o el hocico contra el suelo. De todos modos no deja de ser sugestivo unir la idea del olfato con el accionar policial. Por supuesto si los magistrados se hubieran referido a la “intuición”, otro gallo y otro artículo cantaría. Pero hacer hincapié en el olfato puede ser una forma sutil de equiparar el accionar policial con las formas más primarias del desarrollo humano. Olor a extremista, aroma a piquetero, lavanda guerrillera, colonia opositora, perfume de gorila, serían fácilmente detectables por uniformados que lejos de las sutilezas de la ciencia investigativa, (al estilo por ejemplo de C.S.I., la notable serie) solamente le dieran fe a los resultados que narices entrenadas arrojaran sobre los sospechosos de siempre. Es cierto que los olores de los estafadores manos de tijera, encaramados en todos los escalafones del poder del estado, son más difíciles de detectar. Esa dificultad del diagnóstico olfativo se denomina fueros, y es inaccesible a la nariz mejor entrenada. Pero el olfato se entrena en otros escenarios, mucho más cerca de los patios traseros que de los lobbys hoteleros 5 estrellas. No deja de ser interesante que más allá de los juicios disímiles, en ningún fallo se cuestionó el tema del olfato en sí mismo. Porque si hay algún sentido fácil de engañar, es justamente el olfato. Todos los represores / gerenciadores lo tienen claro, por eso tienen enormes cantidades de perfumes para que el olfato de las masas sea, una y otra vez, defraudado. La masificación del pensamiento político nos hace pensar que el olfato está presente más de lo que deseamos. Por supuesto, para oler todos los aromas encubridores, todas las fragancias berretas, porque el hedor de la naturaleza profunda del sistema es insoportable. ¿Cómo hacer para no oler en el alud de agua y barro que arrasó Tartagal la desidia de una sistema que apenas hizo obras por la mitad y además dejó un puente inservible que funcionó como una barrera que provocó la masacre líquida? Quizá podríamos afirmar que mientras algunos elogian el olfato policial, otros deplorar la falta de olfato popular. Los hocicos de las masas han sido rociados con los poderosos neutralizadores de los medios de comunicación/alienación masivos. Un poco de perfume de populismo es suficiente y la justicia social queda equiparada con el canje de electrodomésticos. Oler el gas no sólo será peligroso, sino carísimo. El Plan de Uso Racional de la Energía, (PURE) nos seguirá haciendo puré, porque esa racionalidad tiene el olor clásico del tarifazo. Un plan de la subsecretaría de trabajo de Corrientes se llama “Yo vivo de lo que tú tiras”. Si olfateamos, es claro que vivo para la mierda, pero vivo. Sugiero otro Programa: “Yo como de lo que tu cagas”. No es recomendable en estos casos abusar del olfato, porque una cosa es el olfato policial, siempre necesario, que olfatear por puras ganas de olfatear. Y joder. ¿Será posible pensar que también el olfato esté atravesado por la lucha de clases? Olfateo que sí. Que el olfato del poder es promovido (encuestas de opinión, intención de voto-olfato) mientras que el olfato de las masas siempre es neutralizado. El olfato del poder es preventor. El olfato de las masas es neutralizado. El olfato del pensamiento crítico es socavador. Norberto Galasso, historiador de justa notoriedad, escribió: “Quienes socaven este proceso (se refiere a la gestión del gobierno actual) con planteos que desconocen la correlación de fuerzas existente asumen una grave responsabilidad si se frustra esta gran oportunidad para ir dando pasos hacia una América latina unida y soberana, marchando en el camino del socialismo del siglo XXI.” O sea: todos aquellos que olfateamos que algo del capitalismo serio está profundamente podrido y no marcha hacia ningún socialismo, y mucho menos en el siglo XXI, asumimos una grave responsabilidad. En buen romance: seremos culpables del fracaso. Del éxito, serán responsables ellos. Como dijo Freud: si es ceca yo gano, si es cara usted pierde. Mi olfato me hace sentir que vetar la ley de protección de los glaciares tiene más que ver con el capitalismo del siglo XIX que con el socialismo del siglo XXI. Pero debo aceptar que no tengo el olfato fácil.
Edición: 1442
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