La necesidad de mentir

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Por Carlos del Frade 

(APe).- "...cuando la mentira es la verdad", cantaban los muchachos de "Divididos", en uno de los mejores temas musicales del rock argentino de los años noventa del siglo pasado que retrataba como pocos el imperio del doble discurso.

 

"La mentira es la verdad", decían los poetas populares y la pibada sabía que hablaban del poder en todas sus formas, a través de cualquiera de sus múltiples máscaras.

 

Porque la mentira es la verdad del poder.

 

Elevar la falsificación al rango de certezas solamente se puede hacer a partir de ciertos resortes del Estado.

No por culpa de estos lugares, sino de las intervenciones que desde hace más de dos años sufren los trabajadores del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

Alterar los números de la inflación y la desocupación terminan jugando en contra de las mayorías.

Generan impunidad entre los que aumentan los precios y multiplican el trabajo precario, en algunos casos, o despiden, en otros.

A fines de 2008, a partir de la crisis financiera del imperio y los países industriales, el empresariado argentino, siempre tan proclive a desprenderse de trabajadores por si acaso, encontraron una nueva excusa para echar, suspender, contratar en negro, adelantar vacaciones y reducir salarios.

La mentada crisis internacional vino como anillo al dedo de los grupos económicos grandes y medianos.

Entre las principales provincias argentinas, se sumaron más de 70 mil trabajadores que dejaron de encontrarle sentido a la palabra mañana.

Una vez más, las encuestas devolvían a la desocupación como primera gran preocupación de los argentinos. No importaban tantos años de crecimiento económico a tasas asiáticas. Los trabajadores, ante la mínima brisa de incertidumbre empresarial, volvían a visitar el agujero negro de la desocupación.

No se trata de un relato de hace diez años. Es la pintura de los días que se viven.

Sin embargo, como decían los muchachos de "Divididos", la mentira es la verdad.

Después de más de dos años de intervención del INDEC, los argentinos ya saben que las cifras de inflación no tienen relación con lo que se siente todos los días.

Pero ahora se ha sumado una nueva falsificación. El número que marca el termómetro existencial colectivo por excelencia, el nivel de empleo legítimo y en blanco del país.

Los medios de comunicación lo describieron de la siguiente manera: "Desde principios de enero, la intervención que conduce Guillermo Moreno ordenó incluir en el cuestionario de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) una nueva pregunta: si en la semana previa a la visita del encuestador el trabajador que declara no tener empleo buscó uno nuevo o no. El agregado le permitiría al Gobierno borrar de un plumazo a miles de desocupados, porque las estadísticas sólo computan entre ellos a quienes buscan activamente un trabajo. Y hoy se considera que lo hacen quienes hayan asistido al menos a una entrevista laboral durante el mes anterior a la consulta del organismo... La diferencia es significativa. Si un desempleado no buscó trabajo en la semana previa a la visita del INDEC pero sí lo hizo durante las tres anteriores, ahora podría ser considerado inactivo y abandonar formalmente las filas del ejército de gente sin ocupación", sostienen las noticias.

Esa es la razón por la cual el último índice que marca la cantidad de gente sin trabajo en la Argentina apenas supere el 7 por ciento de la población económicamente activa.

La mentira es la verdad del poder, igual que en los años noventa.

Fuente de datos:
Diario Crítica de la Argentina 18-01-09

Edición: 1438


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