Para una historia del agua

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Por Carlos del Frade  

(APe).- Las primeras huelgas que se hicieron en la Argentina fueron las de los aguateros.
Los que juntaban el líquido desde los ríos más importantes, como el Paraná y el de la Plata, y exigían mejores condiciones laborales, buenos salarios y un incipiente tratamiento de potabilización.
Aquellas luchas sociales tuvieron como escenarios distintos lugares de la provincia de Buenos Aires, Rosario, Santa Fe y algunos puntos de Córdoba.

Corría la segunda mitad del siglo diecinueve.
Cuando se produjo la epidemia de fiebre amarilla, surgió la necesidad de pensar en el saneamiento ambiental mínimo.
Y de la mano de la necesidad, surgieron los negocios privados.
Empresarios del agua llegaron desde diferentes puntos de Europa a comprar voluntades políticas con el objetivo de ganar licitaciones y recaudar mucho, pero mucho dinero.
Un país atravesado por centenares y caudalosos cursos de agua dulce nunca pudo resolver el problema de la potabilización y los servicios cloacales.
En pleno tercer milenio, con un mapa atravesado por la pobreza impuesta y surcado por enfermedades nacidas desde las entrañas de tanto saqueo, el agua sigue siendo una necesidad y un fenomenal negocio.
La matriz de fines del siglo diecinueve repite su lógica a fines de la primera década del tercer milenio.
En el primer estado de la Argentina, en la provincia de Buenos Aires, el agua sigue resultado un bien difícil, precario y ajeno a las urgencias de las mayorías.
En el partido de Florencio Varela, por ejemplo, los vecinos deben soportar un aumento en el importe de sus facturas por el servicio del agua de hasta un ochocientos por ciento.
Un desmedido incremento que va de la mano de una cuestión mayor: el agua está contaminada.
-En toda la red de agua corriente de Florencio Varela se detectaron altos niveles de plomo, nitritos y nitratos, llegando en algunos sitios a duplicar los niveles de riesgo de salud establecidos por el Código Alimentario Nacional -sostuvo el abogado José Luis Calegari, integrante de la comisión de vecinos y representante de Espacio de Tierra para Todos y Todas.
Los datos provienen de un estudio realizado por el Taller de Control de Potabilidad de Aguas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.
Los investigadores apuntaron que “los niveles encontrados de plomo en suelo fueron muy elevados y pueden drenar a las capas subterráneas de aguas próximamente”.
Ya en diciembre de 2008, los sacerdotes de las parroquias del decanato de Florencio Varela, de la diócesis de Quilmes, emitieron un documento conjunto titulado "Agua para nacer, agua para vivir", dirigido a la comunidad "en relación al agua potable que suministra la empresa ABSA", que advierte sobre los "niveles preocupantes de contaminación con nitritos y nitratos. Aquel escrito señalaba que esos minerales “elevan sus niveles con la presencia de pesticidas y agroquímicos, afectando fundamentalmente a los niños en gestación y lactantes provocando la llamada 'enfermedad de los bebés azules', que se produce por la falta de oxígeno en la sangre. Los adultos también pueden ver perjudicada su salud por el consumo diario de agua contaminada".
Como en la segunda mitad del siglo diecinueve, el agua sigue siendo una necesidad imperiosa para los sectores populares y un fenomenal negocio para pocos.

Fuente de datos: Diario Crónica 15-04-09

Edición: 1490


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