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Por Carlos del Frade
(APe).- No es un designio de Dios tener un chico malformado -parece gritar desde la indignación y la necesidad de compañías y abrazos, Horacio Lucero, el jefe del laboratorio de Biología Molecular del Instituto de Medicina Regional, de la ciudad de Resistencia, capital del Chaco, aquella provincia de exuberante naturaleza y saqueos no menos descomunales.
No hay castigo de genios malignos ni dioses enloquecidos.
Es la planificación de la guerra contra los pibes que viene de la mano del nuevo fetiche de la riqueza: los agroquímicos que permiten multiplicar la soja y sus ganancias monumentales.
No es Dios el que mutila a los pibes, es el renovado espíritu depredador del capitalismo en estos arrabales del tercer mundo.
El glifosato tiene impunidad. Malforma y mata con el escudo que le da su asegurada rentabilidad sojera.
Pero el glifosato tampoco es el culpable.
Los culpables son los delincuentes de guante blanco que están en las grandes multinacionales que producen estos elementos y en los gobiernos que miran para otro lado, siempre subordinados al poder económico más cercano y mucho más de rodillas ante los más lejanos.
Los chicos malformados y enfermos de cáncer se multiplican en la rica y saqueada provincia del Chaco como consecuencia de la utilización del glifosato.
¿Quién pensará en semejantes estragos?
¿En qué agenda oficial aparece la urgencia de parar este silencioso genocidio que golpea a los campesinos empobrecidos de verdad en estas tierras ubérrimas en cereales y frutas?
“La gente que está expuesta a esto cree que es un designio de Dios que haya tenido un chico malformado, y le puedo asegurar que no es un designio de Dios, es un designio de la gente que está cohabitando su propia tierra”, dijo Lucero, en relación “al aumento alarmante de casos de cáncer y malformaciones de recién nacidos producidos en los últimos años a causa de los agrotóxicos utilizados en la producción sojera, puntualmente en la zona del sudoeste chaqueño comprendida entre Santa Sylvina, Coronel Du Graty y Villa Angela hasta el límite con la provincia de Santa Fe. Días atrás el propio intendente de Santa Sylvina, Gustavo Steven, había alertado por la profusión de esas enfermedades durante los últimos años”, apuntan los medios periodísticos de la región.
El investigador hace memoria y dice que allá por los años noventa “entregó un documento a la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados del Chaco con las conclusiones de una investigación por los casos de algunos pacientes que habían estado en contacto con agroquímicos y cuyos hijos presentaban ‘malformaciones congénitas’. Hasta hoy espera una respuesta. Su intención era lograr algún tipo de respaldo económico para realizar una investigación más amplia sobre el tema y que incluyera más casos, pero en aquel momento a ningún legislador le pareció relevante”, remarcan las fuentes informativas.
No hay dios maldito, sino la impune marcha del poder económico que acumula riquezas arrasando todo, incluso, la vida de los recién nacidos. La coartada, ahora, se llama glifosato.
Fuente de datos:
Diario Chaco día por día 16 y 19-12-08
Edición: 1413
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