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Por Carlos del Frade
(APE).- Cuando el sistema dice y muestra, el sistema oculta y naturaliza. Una cosa es decir que hay gente que vive de la basura. Otra cosa, y el sistema lo sabe y por eso no lo permite, no se lo permite decir, es sostener que hay gente que vive de la injusticia social y otros, miles de otros, en medio de la injusticia social.
Vivir de la basura y en la basura forma parte de los paisajes de las grandes ciudades de la Argentina.
Vivir de la injusticia y en la injusticia forma parte de lo que no se discute, de lo que se oculta, de la impunidad cultural que naturaliza y desfigura la realidad.
Las marcas de la injusticia social merecen respuestas políticas mayoritarias y transformadoras.
Las condenas de vivir en la basura apenas impulsan promesas de sanitarismo inmediato.
Las diferencias en el decir son proporcionales al grado de compromiso.
La postal es del barrio El Dique, en los arrabales de Ensenada, muy cerca de La Plata, capital del primer estado argentino, la provincia de Buenos Aires.
"Todos mis hijos tienen marcas en sus cuerpos por los parásitos y las enfermedades que han tenido. Nosotros hacemos lo que podemos, los llevamos a vacunar, nos movemos para mejorar un poco la situación, pero acá necesitamos ayuda urgente", dijo Yolanda Ramallo Maldonado, mamá de dieciséis hijos y habitante de una geografía atravesada por un canal de agua estancada, cuna de mosquitos que pueden contagiar dengue y nacimiento de decenas de infecciones que estragan los cuerpos de las pibas y pibes que crecen allí.
Cuando Yolanda habla de las marcas quiere contar las consecuencias que dejaron la sarna, las diarreas sangrantes, las infecciones en la piel y la parasitosis.
Enfermedades de la pobreza, argumentan, entonces, diversos funcionarios y comentaristas de ocasión.
No. Se trata de las consecuencias de la injusticia social. De la necesaria resultante de una geografía desquiciada a favor de la riqueza en pocas manos, consentida desde lugares mucho más cómodos para vivir que El Dique y su barrio Los Eucaliptos.
Entonces, cuando el sistema muestra, vienen las promesas: "próximamente se va a inaugurar una unidad sanitaria en 43 y 126. Estamos al tanto de toda la problemática que se padece en ese barrio y por esa razón se destinaron dos equipos de sanitaristas que trabaja con la gente afectada por un cuadro de pobreza y emergencia sanitaria más que preocupante", sostuvo Omar Resa, el secretario de Salud de Ensenada.
Promesa que afianza la naturalización de la injusticia: "En la zona muchos viven del cartoneo, y el lugar siempre está colmado de basura, fluidos cloacales a cielo abierto y un canal que necesita un urgente tratamiento de saneamiento. La situación es similar a varios sectores críticos del conurbano bonaerense", agregó el funcionario, funcional al sistema que oculta y minimiza el grado de injusticia social que se soporta.
Y así siguen profundizándose los abismos abiertos por el avance de la injusticia social, a pura fuerza de naturalización, promesas y escaso compromiso con los marcados por el sistema.
Fuente de datos: Diario El Día - La Plata 11-01-07
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