Derechos

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Por Sandra Russo

(APE).- María Alejandra Chocobar tiene 19 años y es madre de una beba de nueve semanas de vida. La niña nació prematura, y con una cardiopatía congénita. La madre está sola y no tiene recursos. Pide ayuda. Pide pañales. Está internada, la madre junto con la niña, en la Unidad de Lactantes, en la cama 42, del Hospital de Niños Jesús de Praga, de Salta.

 

Las Damas Rosadas, voluntarias, le acercaron algunos pañales. Pero María Alejandra pide ayuda porque se le están por terminar. Pañales. Lo urgente. Vista de afuera, la situación de María Alejandra parece requerir más que pañales, muchísimo más. Pero ella está adentro de esa situación, y se limita a pedir lo obvio. Es menos obvio, por ejemplo, que esta madre adolescente que a su vez vive con su propia madre y un hermanito en el Barrio Centro, Rosario de Lerma, carezca por completo de asistencia. La familia sobrevive con un subsidio “que sólo pudo conseguir mi mamá. Yo lo estuve tramitando cuando estaba embarazada, pero me dijeron que no tenía edad”. A estas chicas les dicen cualquier cosa. A estas chicas les cierran la boca con cualquier argumento. Las mandan de vuelta para la casa y ellas están acostumbradas a que las manden de vuelta para sus casas. A apechugar y a sufrir. Una adolescente de 19 años, sin trabajo, sin pareja, embarazada: seguro que hay algún programa, un plan, una institución que ampare a este tipo de desprotegidos. Pero el problema es que los desprotegidos nunca se enteran de que hay un programa para ellos. La beba que gestaba María Alejandra nació desnutrida. Y ahora, además, padece una infección generalizada. Lucha por su vida y su madre, mareada, anémica, dolorida, pide pañales. La anemia de la madre seguramente tuvo que ver con el parto prematuro. Si los médicos logran sacar adelante a la beba, recién entonces llegará el momento de tratar la cardiopatía congénita.

A María Alejandra, cuando fue a pedir ayuda para proteger su embarazo, le dijeron que no tenía derechos. Que su edad la privaba de los derechos. Cualquier programa de asistencia específico, como uno que intente cubrir necesidades básicas de madres adolescentes, carece absolutamente de sentido si la información no llega a sus destinatarias. No sirve publicar notas en diarios que no leen los analfabetos. No sirve hacer convenios y sacarse la foto entre intendentes, gobernadores, ministros. No sirve nada de toda esa burocracia si alguien como María Alejandra no se entera de que ella tiene derechos, y su hija recién nacida también. La información sobre los propios derechos es el primer derecho que hay que hacer cumplir, para que todo lo demás no sea una farsa.

Fuente de datos: Diario El Tribuno - Salta 04-01-06

 


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