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Por Sandra Russo
(APE).- Más de cuatro de cada diez argentinos de entre 15 y 29 años es pobre o indigente. Según un estudio realizado por la consultora Equis en 2004, en base a la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, en la Argentina hay 1,1 millón de jóvenes de entre esas edades que no estudia ni trabaja ni busca trabajo. Ese dato corresponde al 17,2% de esa franja de la población.
En lo que respecta a la educación, el estudio revela que unos 68 mil jóvenes -en esas edades que abarcan desde la mitad de la escuela secundaria hasta la finalización de estudios terciarios o universitarios- son analfabetos. En la Capital Federal y en Gran Buenos Aires, el 58,9% de esa población no terminó la escuela secundaria y casi tres de cada diez tampoco completaron la escuela primaria. Por otro lado, en lo referente a la inserción laboral, de acuerdo a datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y al Indec, la Argentina es el segundo país de América -sólo superado por Uruguay- con mayor desempleo entre los jóvenes de entre 15 y 29 años. El 30,9% de esa franja está desocupado. Esa cifra fue aumentando gradualmente desde la década del ´90, cuando el desempleo entre los jóvenes era del 14%. Si bien entre los analfabetos hay mayoría masculina, en cuestiones laborales son las mujeres las más perjudicadas. En el Gran Buenos Aires, el 33,9% de ellas están sin trabajo. Pero en ambos casos, el desempleo juvenil supera a la tasa nacional de desocupación.
El lugar del país más crítico para los jóvenes es la provincia de Tucumán, donde 55 mil personas de entre esas edades se encuadran en el panorama descrito en el informe de la consultora Equis. Equivalen al 21,5% de los jóvenes tucumanos de esa franja etaria.
El sociólogo Artemio López, de Equis, señaló en su informe que hay “un sistema de crisis a largo plazo. En 1994 empezaron los altos niveles de desocupación y los chicos que entonces tenían 14 años y tienen 24 jamás conocieron un empleo”.
Ante un paisaje árido pero no obstante de una claridad pasmosa, resta preguntarse cómo y desde qué lugar se puede seguir instando a los jóvenes a que se esfuercen, como si el esfuerzo condujera a algún puerto en un país cuyas estructuras están aceitando sus mecanismos expulsivos. Con estos miles de chicos sin trabajar ni estudiar, también corresponde preguntarse de quién es la responsabilidad de lo que hacen o no hacen cuando lo que deberían hacer les está vedado. Estos números pintan a la Argentina de un color incontrastable, que no puede borrar ningún discurso o argumento, por bienintencionado que sea. Entre los 15 y los 29 años, la gente va a la escuela o al trabajo. Se es población económicamente activa. Con una economía viva y reverdecida, ¿cuál es la explicación según la cual se pueden comprender estos guarismos? No hay ninguna.
Fuente de datos: Agencia RiSolidaria 20-09-05
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