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Por Sandra Russo
(APE).- No es que se trate de trasplantes y no haya órganos, ni que padezcan enfermedades cuya cura no se conoce. Son chicos con cardiopatías congénitas que deberían se operados, pero mueren. Mueren porque el sistema público de salud en hospitales de alta complejidad, como los que son necesarios para este tipo de intervenciones, puede atender a 2000 chicos por años. Pero hay 3000.
Es decir: cada año, mueren mil chicos porque no son operados, lo cual puede entrar perfectamente en la categoría de “causas evitables”. Los datos provienen del doctor Horacio Capelli, jefe de Cardiología del Hospital Garrahan. Lo afirmó junto al ex jefe de Cirugía Cardiovascular del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, doctor Guillermo Kreutzer.
Esta situación estalló en los hospitales públicos a partir de la crisis de 2001. “De usar dispositivos, insumos y equipamiento importado, pasamos a no poder reponerlos. Las prácticas con dispositivos modernos, que permitían tratar defectos simples por medio del cateterismo, se derrumbaron como el presupuesto, que se redujo a un tercio en pesos”, dijo Capelli. Sobre el Garrahan agregó: “Muchos de los chicos programados tuvieron que ingresar en las listas de espera quirúrgicas y tuvimos que volver a usar un procedimiento que es correcto, como la apertura de tórax, pero más cruento e invasivo. En ese sentido, sentimos el impacto: tuvimos que cambiar un crecimiento que veníamos construyendo para volver a prácticas de los años ´80”.
Por su parte, el doctor Horacio Faella, jefe de Hemodinamia del Garrahan, explicó que la crisis de 2001 “fue un retroceso para la cardiología infantil en la disponibilidad de medios. Hoy en muchos centros de salud no se reparan los problemas de comunicación interauricular, la segunda de las afecciones más frecuentes de las cardiopatías congénitas, que se puede hacer por la ingle, con 24 horas de internación y sin cicatriz, porque el dispositivo necesario es muy caro”. Los pequeños pacientes a quienes esa práctica ya no se les aplica, son derivados a cirugía. No sólo no sería necesario, sino que esa derivación termina, muchas veces, en la nada: en los hospitales públicos, la demora quirúrgica es de un año.
Capelli y Kreutzer presiden el IV Congreso Mundial de Cardiología Pediátrica. Allí, las ponencias hablan de fabulosos adelantos en materia de diagnóstico, cirugías y posoperatorios. Pero la realidad que describen estos dos médicos habla de otra cosa. No falta que se descubra ni que se invente nada, sino que haya insumos para realizar lo que se dejó de hacer. “Se necesita elaborar un plan racional del uso de recursos. La Argentina está atrasada diez años en el equipamiento de las terapias intensivas de las maternidades, de la recuperación cardiovascular neonatal, de los quirófanos, de los métodos de diagnóstico y de cateterismo”, concluyó Capelli.
Está de más señalar que esos mil chicos que mueren antes de que les llegue el turno son pobres. Está de más, pero es obligatorio.
Fuente de datos: Diario La Nación 22-09-05
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