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Por Sandra Russo
(APE).- El libro se llamará “Los nuevos rostros de la marginalidad” y está siendo compilado por Agustín Salvia. En él, de a poco y como gotas que colman un vaso trágico, se van agrupando diversas investigaciones que todas juntas dan idea del fresco de la pobreza en la Argentina, especialmente de la pobreza infantil y juvenil.
Por otro lado, Eduardo Anguita y Alberto Minujín ya publicaron otro libro, “El futuro”, en el que se pinta con la justeza de los porcentajes el drama humano al que la pobreza condena a millones de argentinos. Estadísticas sobre indigencia, desempleo, drogadicción, alcoholismo, deserción escolar, salud reproductiva, enfermedades de transmisión sexual, delito, embarazos adolescentes, en fin, todas las facetas de ese cubo mágico invertido que es ser pobre, ilustran la crisis que comenzó y no terminó.
Algunos ejemplos tomados de esos dos trabajos hablan por sí mismos:
En el segundo semestre de 2004, de la población de desocupados, el 40,3% corresponde a jóvenes de entre 15 y 19 años; el 26,9% a jóvenes de entre 20 y 24 años y el 11,3% a jóvenes de más de 25 años.
El alcohol, la droga y la violencia nocturna tiene víctimas preferenciales, que en su mayoría son jóvenes en general y jóvenes marginales en particular. También son en su mayoría jóvenes quienes son protagonistas de los hechos delictivos.
Sólo el 61,2% de la población de entre 15 y 18 años asiste a la escuela.
Aproximadamente, el 15% del total de nacimientos en la Argentina corresponde a madres de entre 10 y 19 años.
Una encuesta entre más de 1600 adolescentes mayores de 15 años que acababan de dar a luz en hospitales públicos reveló que más de la mitad de esas madres adolescentes había abandonado la escuela antes de quedar embarazadas.
El desempleo, el desaliento laboral y el subempleo de indigencia castigan más a los jóvenes que conforman la población económicamente activa (54%) que al resto de la población (30%).
El grupo más afectado por el Sida es el de 24 a 34 años, que concentra el 47,7% entre los varones y el 44,7% entre las mujeres. Si se considera que la infección de VIH se produce entre 7 y 10 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas de Sida, se deduce que muchos de ellos contrajeron el virus en la adolescencia.
En los próximos 2 años sólo 1 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 24 años conseguirá empleo, según estimaciones del director de la Organización Internacional para la Juventud, Yuri Chillán Reyes.
La edad promedio de la población carcelaria pasó de los 31 años en 1984, a los 21 años en 1994.
Todos estos datos muestran una realidad marcada y diseñada para que, como se titula el libro de Anguita y Minujín, “El futuro” se pueda predecir ya, a la luz de un terrible perfil.
Fuente de datos: Diario La Nación 04-09-05
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