Burócratas

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Por Sandra Russo

(APE).- Entre los 1800 chicos de entre 4 y 15 años que van a la escuela tucumana N° 248 Juan Luis Nogués está Barbarita Flores, aquella niña entrevistada en el programa Día D, de Jorge Lanata, cuyo testimonio espontáneo sobre el hambre dijo más que mil palabras. Uno puede, aún hoy, reproducir mentalmente la escena: la nota empezaba como cualquiera de esas notas de rigor, pero a Bárbara le preguntaron si se acordaba qué había desayunado esa mañana, o si se acordaba qué había cenado la noche anterior.

La cara de la nena comenzaba a transformarse, porque una mezcla de impotencia y humillación se apoderaba de ella. Y sus ojos negros se llenaban de lágrimas abundantes, incontenibles. Su testimonio llamó la atención por ese lenguaje gestual sin atenuantes, y porque en estos casos, cierta ley narrativa no falla: las estadísticas dimensionan las problemáticas, pero son las historias particulares las que las anclan.

La escuela Juan Luis Nogués, ahora, dejó de recibir el complemento nutricional que se le proveía diariamente en el marco del PROSONU, un programa administrado por la Secretaría provincial de Políticas Sociales. El comedor infantil ya cerró hace algunos meses, y también quedó sin efecto el programa de la Copa de Leche. “La situación es gravísima, hay muchos chicos con desnutrición crónica y esto repercutirá en el aprendizaje”, dijo el director de la escuela, Miguel Galván. Durante la semana que pasó, ninguno de los planes alimentarios previstos para asistir a esa enorme población infantil funcionó.

¿Las causas? Burocráticas. Desde la Secretaría y desde la escuela, ubicada en Lincoln al 1400, de Tucumán, se echan culpas cruzadas por la tardanza en los trámites para agilizar la provisión de recursos destinados a alimentos. El programa de la Secretaría de Políticas Sociales consistía en un vaso de leche y una fruta. El programa de Copa de Leche, en un vaso de leche, cacao, azúcar y dos tortillas por alumno. Como se ve, programas módicos, básicos, espartanos, de emergencia crónica, como crónica es la desnutrición que afecta a tantos chicos de la zona. El director de la escuela declaró que el desorden administrativo se vincula con la presunta tercerización de la prestación del servicio por parte de provincia. Como si se tratara del catering de una línea aérea, ¿es necesario tercerizar la entrega de un vaso de leche y una fruta? Son cincuenta centavos diarios por alumno los previstos cuando todo marcha bien para satisfacer las carencias alimentarias de esos 1800 chicos. Pero ni siquiera esos les llegan. Los 270 chicos que van al jardín de infantes, a los que antes se les daba almuerzo y desayuno, también quedaron sin nada. El programa correspondiente (derivado del Materno Infantil) quedó suspendido.

Ninguna explicación debería servir para explicar lo inexplicable. Si la burocracia priva a los chicos del alimento básico, lo único que hay que explicar es por qué se deja en manos de burócratas una cuestión tan importante.

Fuente de datos: Diario Primera Fuente - Tucumán 18-08-05


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