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Por Alberto Morlachetti
(APE).- Quizás fueron los tiempos heroicos los que crearon a los héroes como dice Manuel Vicent. Aquellas épocas -de los años sesenta o setenta- las que produjeron tantas criaturas felices. La gloria iba suelta por la calle porque corría el riesgo de encontrar hombres y mujeres en estado puro que fueron capaces de inventar una primavera que supo saltar el calendario y convertir en dulces pechos la palabra.
Era una multitud de jóvenes que apuraban los empedrados y tenían voces de cristal que no la apagaban las incertidumbres humanas, tercamente anticapitalistas y enamorados de un socialismo libertario que nunca resignaron.
La primavera se desangró en pétalos fusilada-desaparecida en la última dictadura militar que desvanecía el regreso de las oscuras golondrinas. Esas miradas no parecen cerrarse nunca. Es una sinfonía inconclusa y perturbadora que nos mantiene despiertos.
Ayer el presidente Kirchner -de mentas progresista y capitalismo en serio- tuvo duras calificaciones para los piqueteros: “extorsionadores” y “provocadores” para esos hombres, mujeres y niños de miradas oscuras que piden un poco de amor aunque sea de segunda mano, descartando la posibilidad de aumentar los subsidios a más de 150 pesos, mientras Aníbal Fernández -Ministro del Interior- amenaza con detenerlos después de las protestas en las incertidumbres de la miseria donde todo anochecer es un funeral de sueños. La condena a los desocupados es el camino más corto entre la imposibilidad de tolerar la situación y “la imposibilidad de transformarla”.
Yo quiero dibujar una utopía con el rojo de tu vergüenza, Negro, no con aquellos que nunca pusieron sus vidas para el misterio que va a venir -como decía Gelman- sino con aquellos que se beben de un solo trago el sol tierno de la media tarde y la belleza de María que amamanta las conspiraciones.
Fuente de datos: Diarios Clarín 20-08-05 y Página/12 21-08-05
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