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Por Carlos del Frade
(APE).- Veintinueve muchachos entre catorce y diecinueve años están encerrados en el llamado Instituto de Rehabilitación del Adolescente de Rosario, dependiente del gobierno provincial de Santa Fe. No hay luz, sobra humedad, los malos olores son el aire que se respira y los inodoros fueron tapados por “seguridad”.
Una crónica periodística describió la vida en el sector C: “Las celdas no tienen luz ni inodoros. Durante la noche, cuando sólo ingresa al pequeño cubículo el reflejo de las luces opacas de los pasillos, los adolescentes deben orinar en una botella. Al otro día, con las luces de la mañana, tienen que arrojar el contenido en el único baño habilitado. "Los pibes rompían los inodoros y usaban los caños de la luz para hacer facas. Entonces, alguien optó por lo sano y tapó con chapa y cemento los huecos dejándolos sin baño y sin luz", contó el actual titular del IRAR.
La palabra “rehabilitación” es una muestra más del invicto cinismo que campea en estos arrabales del cosmos.
Unos días después de difundirse las fotografías de las “habitaciones” del IRAR, la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), uno de los más comprometidos organismos en defensa de los derechos humanos de los detenidos en la provincia de Santa Fe, presentó un informe que aseguraba que el 95 por ciento de los menores de dieciocho años encerrados en el territorio sufrieron maltrato físico y psíquico.
En el trabajo mencionado aseguran que en el IRAR “se multiplicaron las fugas y los intentos de fuga, los reclamos por atención de la salud, las denuncias de los chicos en cuanto a condiciones de detención y la reincidencia”. Agrega el documento que “cabe aclarar que lo único que tiene que hacer el personal es traer a los chicos desde el penal hasta el lugar donde se realizan las actividades de la Coordinadora. Más allá de que durante años la única actividad que tienen y tuvieron los chicos fue la de los talleres de la CTC”.
Apuntaron los integrantes del organismo que “la sala donde se recibe la visita y donde trabajan con la CTC, da a un patio que nunca se abre pero tiene una ventana sin vidrio, el resto de las ventanas están entreabiertas, por lo que entra muchísimo frío. Los familiares les llevan ropa limpia y cuando requisan se las tiran al piso. Los chicos muchas veces vienen en ojotas, shorts y remera y no paran de temblar. A diferencia de las oficinas donde trabajan los profesionales, ese sitio no posee ningún tipo de calefacción, motivo por el cual algunos chicos no reciben visitas; mayores o niños que prefieren no exponerse al frío y lo inhóspito del lugar”, remarca el texto del organismo en su punto de vista sobre el IRAR.
“Cuando existe alguna sospecha de fuga y se hace requisa rompen las pertenencias más preciadas por los chicos: los termos de tergopol, los cuadros y los barquitos que hacen, las fotos y las cartas”, añaden los integrantes del CTC.
La única manera de terminar con el cinismo que encubre la palabra rehabilitación es que “se priorice la integridad física y mental de los chicos en lugares de detención y se garantice el respeto por los derechos humanos mediante políticas y gestiones públicas realmente comprometidas con la recuperación de los chicos”.
La situación del IRAR se enmarca en el drama de aproximadamente cien chicos privados de la libertad en la zona de Rosario.
Por eso la Coordinadora entiende que es posible implementar “políticas de prevención que permitan incluir a los chicos en programas educativos y de formación profesional; programas de becas para el tratamiento de adicciones a los chicos que lo soliciten; implementación de becas de estudio; inserción de los chicos que recuperan la libertad en trabajos comunitarios debidamente remunerados”. Pero para ello “todas las medidas y políticas a implementar deben incluir a las familias de los menores como forma de afianzar el vínculo con esta”, termina diciendo el excelente informe presentado por la Coordinadora de Trabajo Carcelario.
Mientras tanto, los veintinueve muchachos del IRAR siguen soportando la curiosa manera de interpretar el significado de la palabra rehabilitación que esgrimen los funcionarios santafesinos.
Fuente de datos: Servicio Periodístico Rena 09-08-05, Diario La Capital - Rosario 08-08-05 e Informe de la Coordinadora de Trabajo Carcelario, Rosario, Agosto de 2005
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