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Por Carlos del Frade
(APE).- Los años noventa gozan de buena salud.Patrimonios colectivos privatizados. Negocios de pocos. Lamentos tribuneros. Del otro lado del campo en donde se protagoniza la historia. Más allá del alambrado y de la fosa. Meros espectadores del remate. Ese es el lugar asignado a las mayorías. En las tribunas. Lejos de las decisiones.
Y adentro de la cancha grande de la historia, las reglas de juego, inmodificables.
A favor de los pocos. A favor de los que hacen negocios.
Aunque se trate de lo único que queda.
La tierra, el paisaje.
Lo sagrado para las culturas originales.
Por solamente 185 pesos alguien podrá comprar una hectárea de la cordillera de los Andes en la provincia de Chubut, según la ordenanza aprobada por los concejales de la comuna de Corcovado.
En los 185 pesos también se incluye parte del río que atraviesa el lugar de ensueño. En otros sitios cercanos, el valor de la hectárea es de 20 mil dólares. Pero el tema no es el precio. Sino la urgencia de rematar todo, hasta la tierra en donde se nació, en la que soñaron los padres y se viene luchando desde los días de los abuelos.
Vender y rematar la tierra, como en las jornadas dominadas por Rivadavia, Roca y los gobernantes de la década infame.
Vender y rematar lo que queda del país.
Patrimonios colectivos en venta.
Negocios de pocos.
Continuidad de los años noventa.
Dicen, incluso, que el precio es real porque representa el valor fiscal que fijan las ordenanzas como índice a la hora de cobrar impuestos.
Son 440 hectáreas en total.
-Es evidente que estamos frente a un negocio inmobiliario que después beneficiará a terceros. Y esto es lo que no podemos permitir porque es el patrimonio del pueblo -dijo Daniel Toledo, intendente de Corcovado, una localidad en la que viven dos mil doscientos habitantes.
La principal especulación es que llegarán inversores extranjeros y que los seis concejales que votaron semejante valor irrisorio de las hectáreas, serán meros comisionistas de los nuevos dueños.
Dicen las crónicas periodísticas que Chubut es un lugar “muy buscado sobre todo por inversores extranjeros para comprar tierras. Personalidades importantes llegaron para realizar negocios inmobiliarios en la Cordillera. Localidades como Cholila, Lago Puelo y El Hoyo tienen amplios sectores pertenecientes a inversores de distintas partes del mundo”.
El gobernador de la provincia, Mario Das Neves, instruyó a la Fiscalía de Estado para que se constituya en la localidad y obtenga la información necesaria. Sin embargo, el estado provincial no tiene injerencia en el manejo de las tierras fiscales que son municipales.
La tierra de los padres de los habitantes de Corcovado será rematada a precio vil.
Desde hace años, mientras tanto, la Federación Agraria Argentina viene insistiendo en un proyecto de ley presentado en el Congreso de la Nación, en el que se prohíbe la venta de tierras al extranjero. Sin embargo, la ley todavía no ha salido y la tierra del país se vende al menor postor.
Vender la tierra de los padres es vender la patria. Y esta frase no es una consigna, es una consecuencia de la etimología.
Dicen los que saben que la palabra patria significa tierra de los padres.
Los concejales de Corcovado decidieron vender la tierra de los padres a 185 pesos la hectárea. Precio barato para desprenderse del legado inconcluso. Para sacarse de encima la molesta herencia de construir un lugar que sea luminoso no solamente por el paisaje natural sino por las condiciones existenciales de sus habitantes. Como querían los mapuches, la gente de la tierra. La gente de la tierra que fue expulsada de esos lugares que ahora cuestan, solamente, 185 pesos para que venga gente de otras tierras a realizar sus sueños de minorías. Los noventa gozan de buena salud y continúan en su depredadora marcha sobre el último pedacito de patrimonio que le queda al pueblo.
Fuente de datos: Diario Clarín 13-07-05
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