Dos pibes mendocinos y el yiro de Discepolín

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Por Carlos del Frade

(APE).- La historia se repite como tragedia y se presenta como farsa. La perversión del sistema manejado por pocos, profundiza sus formas, se presenta como un grotesco cotidiano. “En el escenario de la vida todos somos protagonistas -decía Discepolín. Pero el que ocupa el centro es el que recibe la bofetada. Sin embargo, el verdadero protagonista no es él, sino el que pega la cachetada. Y ese, el verdadero protagonista, no está en escena. Se encuentra escondido entre bambalinas”, terminó escribiendo el fenomenal duende narigón, uno de los principales artistas populares de estos arrabales del mundo.

 

Sistema perverso, grotesco cotidiano.

Los que aparecen en el centro de la escena, entonces, apenas son actores secundarios.

Dos peligrosos delincuentes fueron apresados luego de cometer un robo en “El Osito Pancho”. No es un exceso de ironía, querido lector. Es la realidad, ni más ni menos.

“El Osito Pancho” es un jardín de infantes que funciona en Uspallata, provincia de Mendoza. De allí robaron 300 pesos en efectivo y elementos “de estudio”, dice la crónica periodística sin precisar de qué habla.

Los hampones en cuestión eran dos hermanos de diez y trece años.

Sostiene la citada nota que los chicos “ya cuentan con antecedentes por hechos similares”.

Los integrantes de la seccional 23 de la policía mendocina de Uspallata llegaron a la casa de “los delincuentes” y comprobaron que allí estaban algunos de los elementos robados y doscientos pesos.

Los pibes, termina diciendo el escrito, ya habían sido detenidos dos meses atrás acusados de robar teléfonos celulares y estéreos de automóviles estacionados.

Sistema perverso, grotesco cotidiano.

Justicia de caricatura.

Chicos ladrones, chicos robados desde hace años por el sistema que premia a los actores verdaderos del grotesco que se esconden, como decía Discepolín, entre las bambalinas que siempre fabrican los que son capaces de comprar impunidades también cotidianas.

La decisión de la policía mendocina es clara. Hay que cuidarse de los chicos. Ya no importa cuidar a los chicos.

Escuela del mundo al revés, diría el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Víctimas victimarios. Sistema perverso, grotesco cotidiano.

Dos chicos de diez y trece años detenidos por robo.

¿Qué juez investigará lo que le robaron a estos chicos con anterioridad?

¿Serán incorregibles las almas de estos dos pibes?

¿Se habrán sentido plenos los policías de la seccional 23 de Uspallata al producir semejante acto de justicia y seguridad para los ciudadanos que dicen proteger?

¿Tendrán la misma efectividad cuando se trata de encontrar a los que inventaron la pobreza y el lavado de dinero en Mendoza y en otros lugares de Cuyo y el país?

-Los niños fueron llevados desde Uspallata a la Comisaría del Menor -sostuvieron las fuentes policiales consultadas por el periodismo del lugar.

¿Hasta qué punto del ridículo es capaz de llegar la perversión del sistema?

¿Qué tipo de historia es la que se anuncia con esta farsa y tragedia que muestra la noticia de los dos chicos de diez y trece años detenidos en Uspallata?

El sistema, mientras tanto, avanza.

Los verdaderos actores del drama siguen ocultos y únicamente pagan sus culpas los saqueados, los robados, los nadies, los ninguneados.

Sistema perverso, grotesco cotidiano.

Discepolín yirando en clave mendocina. Anclado en Uspallata sin poder cruzar la cordillera de la indiferencia.

Fuente de datos: Diario Los Andes - Mendoza 07-07-05

 

 


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