Cotillón de campaña

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Por Sandra Russo

(APE).- Celeste es una beba de once meses que desde que nació está conectada a un respirador en un sanatorio. Su madre, Gladis Diarte, reclama a la empresa EDESUR la instalación de un medidor de luz con una línea de energía independiente a la que puedan estar conectados los aparatos que necesita Celeste para sobrevivir, pero como la familia vive en un asentamiento, la respuesta ha sido negativa.

Desde febrero, Gladis deambula por diversas dependencias para llevarse a su beba a su casa de Quilmes. Le mandó una carta al intendente de esa localidad bonaerense y por contestación recibió la sugerencia de “que se mude”.

En diálogo con Radio Quilmes, Gladis explicó que su beba tiene muchas posibilidades de seguir viviendo, pero que los médicos le han dicho que estar en su casa y rodeada de sus afectos sería un gran estímulo para ella, además de lo que implica para cualquier familia tener a uno de sus miembros internado, y sobre todo a un niño. En el caso de Celeste, están dadas todas las condiciones pero falta un respirador. Ahí empezó el calvario. Gladis mantuvo una entrevista con un gerente de EDESUR que le explicó que en el barrio El Monte, donde vive, “la empresa no puede hacer la bajada de luz porque en ese lugar hay un medidor comunitario que paga la Municipalidad”. El resto de la explicación, que fue larga, puede tener su lógica en el marco de los acuerdos previos entre la municipalidad y la empresa privatizada, pero carece de mínima importancia cuando está en juego la vida de Celeste.

En el recorrido posterior de Gladis y su esposo por diversos ámbitos municipales, el infierno burocrático fue tomando dimensiones cada vez más bizarras. En Acción Social un abogado les dijo que podían empezar una demanda, pero les aconsejó ir a la Defensoría de Pobres. Allí les sugirieron escribirle una carta al intendente Sergio Villordo, que ingresó por secretaría privada el 3 de mayo. Mientras esperaba la respuesta, Gladis siguió buscando ayuda desesperadamente. Obras y Servicios, otra vez EDESUR, la obra social de la beba, la Dirección de Vivienda, Minoridad y Familia... Nadie se involucraba. Cada respuesta tenía que ver con algún desvío que les sacara de encima, a cada funcionario, el problema de Gladis y Celeste.

El lunes de la semana pasada, Gladis volvió a la municipalidad y se encontró con que todos sus pedidos fueron rechazados. “La única solución estaría dada en la posibilidad de que la familia se mudara. Esto último escapa a mis recursos”, firmó una carta Liliana González de Rotura, directora de Obras de Terceros.

Casi por azar, al caso llegó a los medios. “Que toda la gente sepa que mi hija está prendida a un respirador y que no puede estar con su familia, que todos se lo niegan. Que todos los padres vean a sus hijos y se acuerden de mi hija Celeste que está ahí en el sanatorio, y que por culpa de los funcionarios que nos dan la espalda ella no puede estar hoy con su familia”, dijo Gladis.

Ah, con los medios atrás es otra cosa. El secretario general del municipio, Daniel Gurzi, se comprometió públicamente a buscar una solución urgente para Celeste. Hay que tomar nota y montar guardia, para que la promesa no cese cuando se apaguen los grabadores. Pero la política en serio funciona cuando los grabadores están apagados, y cuando hay respuesta para una mujer desesperada. Lo demás es cotillón para campaña.

Fuentes de datos: El Diario - Quilmes 02-06-05

 


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