Las banderas de Don Manuel

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Por Carlos del Frade

(APE).- El 20 de junio es el día de la bandera porque alguien recordó que en esa fecha, allá por 1820, moría en medio de la pobreza, el olvido y el ninguneo de sus urgencias, Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.

 

Ese mismo día, cientos de pibes partirán desde Tucumán, cuna de la primera e inconclusa independencia argentina y hoy vidriera obscena de los pibes hambreados en el país de la carne y el pan, para exigir terminar con la pobreza inventada por unos pocos.

Don Manuel está inquieto. Con ganas de que llegue este veinte de junio.

Porque de la mano de esos pibes que recorrerán la geografía íntima del país volverán a flamear sus otras banderas.

Esas que hacen al presente de la nación saqueada.

Las banderas de Don Manuel.

“Otro mal imponderable al labrador y a los pueblos es el de los usureros, enemigos de todo viviente, a estos que tragan la sustancia del pobre y aniquilan al ciudadano, se les debe considerar por una de las causas principales de la infelicidad del labrador, y como mal tan grande, no hay voces con qué exagerarlos”, escribió Belgrano en el “Telégrafo Mercantil, Historiográfico, Rural y Político del Río de la Plata”.

“...la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un país, de un estado entero, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podría haberla en nuestras provincias, cuando existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantas manos que arrancan el jugo de la patria y la reducen a la miseria”, sostuvo con fenomenal precisión.

Si no hay distribución de riquezas habrá una pocas manos que “arrancan el jugo de la patria y la reducen a la miseria”.

Las banderas de Don Manuel.

“He visto con dolor sin salir de esta capital una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria desnuda; una infinidad de familias que sólo deben su subsistencia a la feracidad del país que está por todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es, la abundancia; y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil, que ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna más comodidad en su vida. Esos miserables panchos donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto”, se desesperaba Belgrano en torno a los pibes empobrecidos como consecuencia de la riqueza acumulada en unos pocos.

Usureros, riquezas en pocas manos, eran las principales causas de los males del país para Belgrano el creador de la bandera oficial pero el desconocido impulsor de otras banderas vitales para un país libre y que tenga en el trono de la vida cotidiana a la noble igualdad que repite el gastado y falsificado himno nacional.

Por eso Don Manuel espera por la marcha de la vida del próximo 20 de junio.

Porque el presente es una comprobación de sus advertencias.

Dice el indispensable economista y diputado nacional, Claudio Lozano, al hablar sobre las desigualdades en la Argentina: “Las razones de la injusticia en el reparto de los ingresos pueden intuirse (siguiendo los datos completos del 2003) con solo señalar que mientras el PBI crece aproximadamente un 20 por ciento anual en términos nominales; los salarios crecieron como máximo un 10 por ciento y las ganancias de las principales firmas exhiben porcentajes mucho más pronunciados. Mientras las principales cien exhiben un aumento mayor al 170 por ciento las primeras diez muestran un crecimiento de su rentabilidad superior al 400 por ciento. En suma, en un contexto de reanimación de actividad económica la distribución se hace más regresiva aún. Situación esta que a su vez se reproduce al interior de los propios sectores populares”, afirmó Lozano.

Por eso el 20 de junio los pibes que recorrerán el país desde Tucumán harán homenaje a Belgrano y sus viejas banderas todavía sepultadas por la deliberada construcción de olvido que pesa sobre sus ideas.

Porque los pibes y Belgrano necesitan que se frene la voracidad de esas pocas manos que “arrancan el jugo de la patria” y la condenan a “la miseria”.

Fuente de datos: Instituto de Estudios y Formación de la Central de los Trabajadores Argentinos (IEF-CTA) Febrero de 2005

 


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