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Por Carlos del Frade
(APE).- El 26 de marzo de 1923, el entonces gobernador tucumano Octaviano Vera sancionó las leyes de jornada legal de ocho horas y de salario mínimo. Los industriales azucareros salieron al cruce. La llamada “Revista Azucarera” criticó las leyes y advirtió sobre los perjuicios de respetar aquellos derechos laborales.
“Como dijimos, están divididas las opiniones con respecto a la conveniencia y la oportunidad de estas leyes y hay también quienes impugnan su legalidad, sosteniendo que la legislación en materia de locación de servicios es de la incumbencia del Congreso Nacional y no de las legislaturas de las provincias”, decían los voceros de las élites privilegiadas de la tierra del azúcar.
“Limitémonos a observar que las dos leyes colocan a la industria azucarera argentina en condiciones de inferioridad con respecto a la de otros países, especialmente aquellos que emplean la mano de obra de hombres de color, entre ellos países productores tan importantes como Cuba, Java, Hawai, el Brasil y las Antillas británicas, inclusive la Guayana. Colocan por otra parte a Tucumán en condiciones desfavorables en comparación con otras regiones azucareras del país”, bramaban los dueños de casi todo en el jardín de la República, como otrora se la llamara a Tucumán.
Ellos, los señores feudales, añoraban la “mano de obra de hombres de color”.
Soñaban con la continuidad de la esclavitud en el siglo veinte.
Querían el máximo de tasa de ganancia a partir del mínimo pago, del más enano de los salarios posibles.
Y más allá de las formas literarias que impulsaban en la “Revista Azucarera”, los barones del oro blanco decidieron desconocer su aplicación.
Ni las ocho horas ni el salario mínimo.
Total ellos eran los dueños de todo.
Pero se olvidaron que los trabajadores eran capaces de pensar y exigir.
Cinco mil obreros de la zafra iniciaron huelgas en reclamo de aquellas leyes y la lucha se profundizó durante meses.
Entonces, los barones del azúcar emplearon a las fuerzas militares siempre tan proclives a hacer recordar quiénes son los propietarios del orden.
Y el gobernador Vera terminó brindando un homenaje a los represores. “Terminó así el conflicto que figurará en los anales de la historia de Tucumán como prueba de los efectos funestos que causan los desvaríos de un gobierno que se inspira más en motivos de baja politiquería que en los intereses verdaderos del país”, decía la crónica de los permanentes vencedores de la historia de Tucumán, los editores de la “Revista Azucarera”.
Para ellos “los intereses verdaderos del país” eran los intereses de la máxima ganancia que podían obtener los dueños de la provincia.
Ha pasado el tiempo en la provincia y el resultado de semejante acumulación de represiones y explotación se ve en los chicos desnutridos y en la cada vez más flaca existencia de los bolsillos de los trabajadores tucumanos.
Desde la debacle económica de fines de diciembre de 2001, “el poder adquisitivo cayó un 66 por ciento en la provincia, con lo cual los tucumanos hoy sólo pueden adquirir un tercio de lo que compraban hace tres años atrás. El alto nivel de desvalorización del salario real fue confirmado por el director de Estadísticas de la provincia, Juan Carlos Abril, quien admitió la grave incidencia que tuvo la crisis económica en los bolsillos de los tucumanos”, apuntan las informaciones periodísticas.
Los gremios piden un salario básico de 750 pesos mensuales aunque la canasta básica cuesta más de mil pesos en la provincia del azúcar y cuna de la independencia nacional.
Las cifras confirman la lógica del pasado abierto en el presente: los trabajadores tucumanos, las familias de los trabajadores tucumanos son cada vez más pobres.
Como si los mandatos de los dueños de la industria azucarera de 1923 continuaran en estos crepusculares primeros tiempos del tercer milenio.
A pesar de estas crónicas de urgencias y pesadillas en apariencia invictas, los trabajadores tucumanos volverán a la lucha, sabedores que más temprano que tarde, será suya también la dulzura que surge de la tierra.
Fuente de datos: Portal de Noticias Primera Fuente - Tucumán 29-04-05
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