Ellos tendrán frío

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Por Sandra Russo

(APE).- Se va el verano y hay fantasmas que acechan a los pobres. Se va el verano y el invierno agita su amenaza de frío. La crisis energética, todavía no explicitada del todo en sus alcances y consecuencias, tendrá este año, nuevamente, por principales víctimas, a aquellos que por las condiciones de precariedad en las que viven no pueden acceder al gas natural por red. Esto involucra a nada menos que a unos quince millones de argentinos.

 

La totalidad de las poblaciones de Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones carecen de gas natural. Habitantes de miles de pueblos del interior del país, en todas las latitudes -de zonas rurales pero también de las periferias de las grandes ciudades- consumen gas licuado (GLP) que deben adquirir en cilindros o garrafas. Aunque es de vital necesidad, el gas licuado no es considerado un servicio público. Esto implica que quienes comercializan esos cilindros y garrafas no deben cumplir con las regulaciones que rigen para el gas natural. Es una de las paradojas de la pobreza. Quienes más deberían ser protegidos del abuso que reina en el libre mercado de oferta y demanda, quedan librados a su suerte.

La semana pasada, la audiencia pública realizada en la Capital Federal dio luz verde al primer aumento del costo del gas natural en boca de pozo desde la devaluación. Pero mientras ese aumento fue estudiado y sopesado por los diferentes sectores que participaron de esa audiencia, el GLP ya lleva acumulado, desde la misma fecha, un aumento que trepa al 160%. La vía libre a la suba del gas natural, como es de prever, supone por otra parte un nuevo aumento de cilindros y garrafas. Es decir: mientras la clase media tironea para estirar el bolsillo y la inflación se va metiendo en la vida cotidiana y achata una vez más los presupuestos familiares, en los márgenes, en las periferias, en el norte, en los pueblos sin nombre en los que viven millones de personas sin representación política ni social que los defienda, los bolsillos ya estaban rotos y siguen perdiendo el dinero que no tienen.

La producción de GLP es actualmente controlada por un grupo de empresas. Repsol, TGS de Petrobras y Refinol (de Petrobras y Repsol en sociedad). Con menor participación, también producen GLP Shell y Esso. Todas ellas manejan el 80% del gas licuado que se produce en el país, pero el 55% de ese total es exportado a países vecinos como Brasil, Chile y Paraguay. Allí, aunque parezca mentira, no se produce GLP pero su precio es más barato que en la Argentina. Según datos recientes. En 2001 aquí se pagó el kilo de GLP 1,1 dólar, en tanto en los demás países en los que exporta el mismo gas se vende a unos 60 centavos de dólar.

Los datos brutos se engarzan en sus paradojas todavía, porque es marzo y el invierno está a distancia. Pero cuando el frío llegue y acobarde la carne de millones de pobres, estos datos son los que explicarán nuevos padeceres y nuevas injusticias. En el siglo XXI, en un país productor de gas licuado, los más pobres no tienen derecho al abrigo ni al calor. Eso los datos brutos no lo explican. Es la inercia. El movimiento hacia abajo y hacia el borde más áspero de la vida al que están condenados todos ellos, los que este país todavía no amparó en ningún “nosotros”.

Fuente de datos: Diario El Comercial - Formosa 18-03-05

 


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