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Por Sandra Russo
(APE).- La sede de la Organización Panamericana de la Salud, en Washington, es en estos días un hervidero de propuestas y contrapropuestas. Expertos de Centroamérica están reunidos allí, bajo el auspicio de la OPS, la UNESCO, el Banco Mundial y la Coalición Interamericana para la Prevención de la Violencia, analizando cómo salirle al cruce al nuevo enemigo interno de la región: las pandillas juveniles.
El escenario de la discusión no es inocente. En ese mismo rincón del mundo, en ese ombligo de la aldea global, en otras décadas, otros expertos discutían en la sede del Pentágono cómo orquestar apoyo logístico al exterminio de otros enemigos internos en casi todos los países del Cono Sur. Eran otras épocas y los respectivos Estados de facto, fueron hallando, con el auspicio de Washington, soluciones finales para quienes se interpusieran en el producto de exportación favorito de los Estados Unidos de los ´70 y los ´80: la libre economía de mercado. Hoy el implante ya está hecho. Los Estados han sido desmantelados. La demanda se busca en el primer mundo, toda vez que la oferta no encuentra consumidores locales. Las clases medias han sido devastadas. Los sistemas educativos se han quebrado. El sistema de salud escupe a los marginales. Los ´90 han visto florecer un escenario neo-medieval en el que millones de bárbaros aúllan extramuros mientras los sistemas de vigilancia controlan la seguridad de las poblaciones privilegiadas. De este lado de las murallas, quienes siguen sosteniéndose adentro del modelo, se quejan. El bienestar recortado y exclusivo les ha sido concedido pero el bonus track del modelo trajo también ataques de pánico, brotes de ansiedad y miedo en sobredosis. El afuera es peligroso. Hay amenazas. Piden respuestas. Soluciones. De ahí la reunión de Washington: los expertos analizan cómo ponerle fin al fenómeno del nuevo enemigo interno, que esta vez no lee a Marx ni propone un mundo nuevo, porque para eso, incluso para eso, era necesario tener entidad de persona. Este nuevo enemigo interno pertenece a otra raza. Una raza salvaje y llena de ira que hay que arrasar para que dentro de las murallas la gente viva confortablemente y pueda dejar de blindar sus autos.
Lainie Reisman, de la Coalición Interamericana, se explayó diciendo que “las pandillas juveniles plantean un reto para la salud pública, la seguridad y el desarrollo en todo el continente. Este desafío debe ser encarado con respuestas que se sustenten en el respeto a la ley y a los derechos humanos”. En los foros como el de Washington se suelen decir cosas como ésas. Correctas. Tranquilizadoras. Reisman admitió que las pandillas han surgido en respuesta a la situación social y económica de los jóvenes en la región. Pero no abundó al respecto. No dijo una palabra acerca de que la situación social económica de la región también estuvo en su momento auspiciada por Washington.
Fuente de datos: Radio Naciones Unidas 24-02-05
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