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Por Carlos del Frade
(APE).- Goderico vivía en España en pleno auge del Renacimiento. El hombre tomó nota de la cantidad de chicos que vivían en la miseria a pesar del saqueo del nuevo continente con cuyas riquezas generaría el capitalismo. Se las ingenió para arrebatarles los pibes a sus familias y comenzó a explotarlos. A su manera organizó una liga de mendicantes y después de muchos años de quedarse con casi todo, compró lo que quiso.
Desde un viejo castillo a guardias personales, mujeres y otros efectos y falsos afectos.
Al principio escuchó la crítica de los antiguos señores feudales y hasta de algunos representantes de la Santa Madre Iglesia.
Eso le quedó en la memoria.
Así que después de haber amasado una gran fortuna eligió un nuevo objeto para comprar.
Fue al Vaticano y adquirió la santidad.
Desde entonces San Goderico, explotador de los miserables, forma parte de lo más selecto del cielo institucional.
Se olvidaron las críticas y se recordó su empeño en progresar.
Para algunos historiadores San Goderico es el santo de la burguesía.
Para otros es la cara visible de la hipocresía que dice quejarse por la presencia de chicos pidiendo en las calles, por un lado, mientras que por otro condena a sus familias a la falta eterna de trabajo.
La explotación de los pibes no suele ser la consecuencia de una decisión familiar.
Al contrario, generalmente los pibes que gambetean autos y hambre en las esquinas de las grandes ciudades, lo hacen para ayudar a sus familias y no porque son obligados a hacerlo.
En todo caso, el problema está en qué situación se encuentran esas familias.
Hay una jueza cordobesa que decidió castigar las consecuencias del sistema y no profundizar en causas y explorar situaciones.
Ella sabe que en algún lugar la espera una recompensa similar a la de Goderico.
La jueza de Menores de Villa María, la tercera ciudad de la provincia de Córdoba, Cecilia Fernández, aseguró que está dispuesta a multar o a encarcelar a los padres que manden a sus hijos a mendigar, vender cosas en el centro o limpiar parabrisas en las esquinas.
Para ella, esos padres "ponen en estado de desprotección a sus hijos", lo que le parece "negligencia".
No le preocupa que puedan adjudicarle una intención de criminalizar la pobreza porque Fernández cree que “la realidad es que los chicos son sacados del sistema educativo y puestos en la calle. Hay pobreza y miseria, está bien, pero quienes son responsables por los hijos son los padres. No son los chicos los que tienen que darse el sustento: los padres deben proveerlos, mientras los niños tienen que educarse".
Así de simple, así de fácil.
Los padres son los responsables de la pobreza en que viven la mayoría de nuestros pibes.
Alma sensible, la doctora Fernández agregó: "No había forma de sacarlos de la calle (a los chicos). Nos cansamos de citar a los padres. Hasta que fui viendo que la mayoría de estos papás recibían algún programa de ayuda social. Les hicimos notar que si recibían los programas era precisamente para que los chicos no estuvieran en la calle. Pero los papás son los que en primer término explotan a los chicos. En lugar de salir a trabajar ellos, mandan sus hijos a pedir o vender algo".
Todo es sencillo para la jueza. Los padres podrían encontrar trabajo de manera simple apenas se propusieran salir a buscarlo.
La jueza entiende que “se puede diferir la aplicación de la sanción para que este papá o mamá, comprometiéndose a cumplir con que los chicos no vayan a la calle, puedan cumplir, por ejemplo, una probation. Existe una historia previa, meter al padre preso es la última instancia. Los papás deben conocer que ellos están poniendo en riesgo a sus chicos. Son los que están arruinando el futuro y las posibilidades de sus hijos. Hay que concientizar que esto existe y lo que la ley prevé. Si bien hay derechos y obligaciones, la patria potestad plantea más obligaciones que derechos”, sostuvo la funcionaria del poder judicial cordobés.
El problema, entonces, de la pobreza y la falta de trabajo no es político ni social, sino pura responsabilidad de los padres.
La idea de la jueza es sacar a los chicos de los lugares públicos.
No se trata de una defensa de los pibes sino de una hipócrita custodia de la imagen de la ciudad.
Y como San Goderico, la doctora Fernández quiere sacarle los pibes que mendigan a sus familias para que, en todo caso, el resultado de su trabajo vaya a otras manos.
Como lo hizo el santo de la burguesía, el hombre que hizo de los pibes mendigos su escalera a la santidad.
Fuente de datos: Diarios Clarín e Infobae 09-02-05
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