Bandita

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Por Alberto Morlachetti

(APE).- Sólo el cielo tiene la certidumbre de los azules o de las estrellas que titilan como flores encendidas. Las generaciones actuales están paradas sobre ninguna certeza. Carentes de rituales como los antiguos babilónicos en su “Fiesta de las Suertes” en la que se determinaban los presagios para cada uno de los 12 meses o la del Año Nuevo persa en la que tenía lugar la fijación de los destinos humanos durante un año.

El viento que nos azota -sin brújula- nos deja perplejos y temblorosos en un mundo de hostilidades donde habita el frágil y “minúsculo cuerpo humano”, que suele mirar hacia otro lado cuando la sangre y la muerte manchan para siempre las más bellas esperanzas de los hombres.

Los niños se mueren o se desnutren por el saqueo del trigo que la naturaleza diseñó especialmente para ellos, y se lamenta en las espigas: “la voz sagrada de la tierra ingenua” decía Mallarmé. Una Bandita -califica el diario- formada por cinco o seis niños de 7 a 11 años llevaban alpargatas que sacaban de un depósito y que luego repartían entre los niños de su barrio, cuyas ventanas dan siempre al rostro oscuro de la luna. Ocurrió en Chepes, en la provincia de La Rioja. La policía los detuvo. Aunque en realidad los pequeños ejercían el derecho de abrigar a los niños descalzos para no morirse antes de la fecha que marcan los calendarios de la vida o para correr detrás de una pelota, como los antiguos dioses que se disputaban la posesión del sol.

Quizás Neruda con sus Veinte poemas de amor, no alcance para detener la masacre. Pero es una canción desesperada que sobrevuela -como el ala suave de una esperanza- muy por encima de las precariedades, las miserias y las vergüenzas de este siglo que ha comenzado criminal y con aires de matón.

Fuente de datos: Diario El Independiente - La Rioja 08-02-05


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