La verdadera identidad de los reyes magos

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Por Carlos del Frade

(APE).- Los reyes magos son cuatro y son tucumanos. Tienen sus bolsas cargadas de idealismo, ternura, rebeldía, esperanza, alegría y futuro. Reparten ganas de creer a todos aquellos que se animen a verlos. Entender para creer. La magia está en Tucumán. A pesar de todos los pesares. Está entre los chicos tucumanos. Son reyes magos.

 

Reinan por encima de los supuestos inexpugnables reinados de la indiferencia y del no se puede, del escepticismo y el cinismo.

Son superiores los poderes de estos verdaderos reyes magos.

Que no son tres, sino cuatro, pero quizás sean muchos más.

Que se reparten como pueden en veinticinco belenes serranos. Lugares adonde llegan con sus alforjas cargadas de invictos valores capaces de contagiar a todos los demás.

No hay quien pueda contra estos reyes.

Claro que ya no los cuatro de esta narración sino otros tantos como ellos.

Pero a los demás todavía no se los conoce.

Guardan el anonimato pero se sabe que son guiados por una estrella íntima y colectiva.

Quien conozca su historia ya no podrá argumentar ausencia de sentido para luchar, para moverse en contra de la corriente, para intentar cambiar el mundo.

Son así de poderosos estos cuatro reyes magos tucumanos.

Lo seguro y comprobado sobre la existencia de estos cuatro reyes magos verdaderos es la historia que sigue.

En tiempo de los herodes redivivos, los hermanitos Rocío, Marcelo, Víctor y Nahuel Pastrana se levantan cuatro horas y media antes del horario de entrada a la escuela Virgen de las Mercedes, de Anfama, en las altas montañas de Tucumán.

Llegan a caballo o descalzos para no gastar las únicas zapatillas que tienen. Van entre los cerros, bordean arroyos y valles y buscan el belén real y cotidiano que les ofrece la escuela.

Los cuatro se encuentran con otros 120 pibes que también llegan desde distintos lugares de las sierras tucumanas.

Toman mate cocido y comen pan casero. Van de agosto a mayo para gambetear los efectos del invierno.

Un afiche dice y acierta: "Los niños de Anfama también son la esperanza del futuro".

“"Nosotras nos pintamos, porque que uno esté aislado no es cuestión de que ande así nomás", cuenta, risueña, Graciela, que usa el pelo rubio suelto y labios pintados de rosa. Luego viene la hora de comer algún guiso, fideos o carne que prepara Margarita, en muchos casos la única comida sustanciosa, además del desayuno, que tendrán los chicos, que provienen de hogares humildes y que sobreviven gracias al pastoreo de cabras o las tareas de huerta, como Elina, la mamá viuda de los Pastrana, que cuida las cabras propias y de los vecinos”, narra la periodista Mercedes Colombres del diario “La Nación”, verdadera privilegiada por haber conocido a los verdaderos reyes magos.

Y ahí llegan los pibes.

Caminan durante cuatro horas y media en una demostración concreta de la inverosímil resistencia de la ternura y del futuro.

Tal vez lo hacen porque la escuela sigue siendo una caricia grande, un abrazo sensible donde es posible multiplicar la sonrisa y el juego.

Los cuatro reyes magos verdaderos son pibes tucumanos que le roban tiempo al descanso para subir montañas y llegar al belén de la escuela que los seduce. Allí entre esas paredes y con esas maestras está la inigualable aventura de las letras, los números, la historia, los juegos y el pan caliente que parece ser una rareza.

Contra los cuatro verdaderos reyes magos de Tucumán no pueden la comodidad y el rezongo de los que se cansan de decir que no se puede, que no hay futuro posible. Es hora de aprender el verdadero nombre de los reyes magos tucumanos: Rocío, Marcelo, Víctor y Nahuel.

Y traen sus bolsas llenas de futuro y esperanza.

Los guía una estrella que es capaz de alumbrar a quienes conozcan esta historia.

Es momento de seguirlos.

Los cuatro verdaderos reyes magos de Tucumán esperan por nosotros.

Fuente de datos: Diario La Nación 03-01-05

 

 


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