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Por Carlos Del Frade
(APE).- Sobre las ruinas del templo del Rey Salomón, en Jerusalén, segunda ciudad del imperio romano por aquellos días, Herodes levantó su templo recubierto de oro y con cinco grandes puertas de plata.
Rey de Judea, el hombre decidió matar a todos los chicos menores de dos años en Belén y alrededores porque le habían dicho que uno de ellos sería la expresión política del pueblo judío conquistado y dominado.
Herodes ordenó la muerte de los bebés porque sabía que era el mayor castigo que una población podía sufrir.
Eso mismo, le contaban sus escribas, sucedió en Egipto en tiempos de los faraones y la liberación del pueblo judío.
Una matanza de chicos es insoportable para cualquier pueblo.
Por eso Herodes la llevó adelante.
Quería marcar un antes y un después.
El único que podía llevar tanto dolor y maldad sería el entonces rey de Judea.
¿Cuántos pibes habrán sido asesinados en aquellos días?
Los llamaron los santos inocentes.
Dicen que la familia de María y José escucharon el consejo de alguien que sabía y llevaron a su recién nacido Jesús a las tierras de Egipto.
Cuando Herodes murió, los tres regresaron a Nazareth y vivieron sus días.
Es un misterio el destino de Herodes.
Nadie sabe si alguien alguna vez le reclamó la matanza de pibes.
En la Argentina de 2004 hay, por lo menos, tres destinos posibles para Herodes, el matador de pibes.
Dicen los sociólogos, los maestros y otros muchos tipos sensibles que las cifras que denuncian la mortalidad infantil crecen sin mayores estridencias políticas porque se ha naturalizado el paisaje de chicos sufrientes.
En tal caso, uno de los destinos de Herodes es que haya sido absuelto de cargo y culpa.Otros se animan a pensar algo peor.
Afirman que así como organismos internacionales decretan que existen provincias “inviables”, que no merecerían existir, también existen muchos nacimientos inviables.
En ese sentido, Herodes sería reivindicado.
Un tercer grupo de pensadores e investigadores remarcan que el Estado, hecho a imagen y semejanza de la concentración de riquezas en pocas manos, se encarga de producir cierto equilibrio entre nacimientos y futuros cuestionadores del sistema. Con lo que Herodes estaría desocupado.
Quizás sea posible pensar que Herodes, en la realidad argentina de este crepuscular inicio del tercer milenio, tenga los tres destinos: absuelto, reivindicado y desocupado.
Porque algo de esto se mueve en la cifra que acaba de hacer conocer el Comité de Seguimiento de los Derechos del Niño de Naciones Unidas: "De cada diez muertes de lactantes seis podrían evitarse con medidas de bajo costo".
Parece que no son muchos los que pagarían ese bajo costo.
Se nota que seis muertes de lactantes es un precio barato para los que hacen algunas cuentas.
La información agregaba que hubo un "aumento de la tasa de malnutrición" y que “está afectando a más de 4 millones de niños y, en particular, a los recién nacidos y a los que viven en las provincias norteñas".
Niños inviables en provincias inviables, según los organismos internacionales que trabajan para el imperio.
El Comité instó a la Argentina a otorgar “los recursos suficientes y elabore políticas y programas integrales para mejorar la situación sanitaria de todos los niños, sin discriminación, especialmente prestando más atención a la promoción y prevención sanitarias”.
Herodes, en la Argentina de 2004, sería absuelto, reivindicado y desocupado.
Fuente de datos: Diario Los Andes - Mendoza 21-11-04
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