¿Defensor de quién?

|

Por Sandra Russo

(APE).- Tiene nombre de cantante de boleros, pero es el Defensor del Pueblo de Quilmes. Obdulio Rosano, según consigna Quilmes a Diario, ha esquivado en otras oportunidades tomar posición cuando alguna sospecha de corrupción salpicaba a los funcionarios del distrito, aclarando que sólo puede intervenir “si no hay actuación administrativa o judicial”. Ahora que la muerte de tres menores de 15, 16 y 17 años en un incendio de la comisaría 1° ha hecho trepar el escándalo hasta la propia gobernación bonaerense, Obdulio Rosano tomó la palabra.

Se presentó en la conferencia de prensa que dio el comisario Juan Pedro Soria junto a sus abogados defensores, y como un abogado defensor más, el Defensor del Pueblo se travistió en el Defensor del Comisario. “No se olvide que ahí había menores que hacía seis meses que estaban ahí”, dijo, cacofónicamente. Y siguió: “Vengo a respaldar la verdad que yo he comprobado”, aunque aclaró que en su comprobación de los hechos sus únicas fuentes fueron policiales. Lo aclaró, en rigor, por descarte, cuando los periodistas le preguntaron si había hablado con los familiares de los menores y respondió “No, con ellos no”. Y dijo más: “Yo estoy decidido a que las cosas acá se corrijan. Que los delincuentes, o aquellos que son inadaptados sociales aparezcan como víctimas y aquellos que tienen un comportamiento heroico sean los delincuentes”.
Estaba embravecido Obdulio Rosano. “No estoy dispuesto a tolerar que acá se hable de torturas y malos tratos. Por eso, a pesar de que la actuación judicial me impediría a mí estar interviniendo, dispuse en mismo día una actuación de oficio”. Es perfecto como discurso fallido. El Defensor del Pueblo no está dispuesto a tolerar que “se hable” de torturas y malos tratos. Debería no tolerar que los hubiera. El hombre cuyo cargo supondría la tutela de las garantías constitucionales de cada uno de los ciudadanos quilmeños, y sobre todo de los más desprotegidos, y entre ellos especialmente las de los menores, se delata en un pupurrí destemplado como el custodio del buen nombre de una policía sobre la que pesa en estos días la sombra sin fondo de tres vidas cortadas en su tallo. Pero revela además, ese argumento de Obdulio Rosano, una concepción ideológica clarísima, según la cual “los inadaptados sociales” pierden, junto con la libertad, su condición de personas.
Hace quinientos años en este continente se debatía si los indios tenían alma. Como un regreso impiadoso e irracional no a una época, sino más bien a una fase mental que en diversas épocas de la historia arrasó generaciones y etnias enteras, hoy emerge un discurso según el cual cabe preguntarse si los presuntos inadaptados sociales tienen alma, es decir, si se les concede dignidad. La dignidad humana no es algo que deba concederse. No es atribución ni de la policía ni de un paradójico Defensor del Pueblo conceder dignidad incluso a aquel que ha trasgredido la ley. Respetar esa dignidad, para alguien digno, es un deber.

Fuente de datos: Diario Quilmes a Diario.com.ar 28-10-04


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte