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El presidente se referencia en Juan Bautista Alberdi o Julio Argentino Roca, aunque es Bernardino Rivadavia la verdadera matriz de sus DNU y leyes ómnibus al servicio de los intereses ajenos a las necesidades de millones. No seducía más el sueño colectivo inconcluso de tipos como Mariano Moreno, Juan José Castelli o Manuel Belgrano. Doscientos años atrás comenzaba a escribirse el guión del presente.
Por Carlos del Frade
(APe).- Año 200 de la deuda externa argentina.
Esos serán los días de 2024.
Desde hace dos siglos que el pueblo argentino está sujeto a los intereses de bancas y bancos internacionales.
2024 es el año del bicentenario de la deuda externa, de la más cruel demostración de la continuidad del rango de semicolonia, ahora exacerbado a partir del gobierno popular de Javier Milei, una administración depredadora al servicio del capital concentrado.
Aunque el presidente se referencie en Juan Bautista Alberdi o Julio Argentino Roca, es Bernardino Rivadavia la verdadera matriz de sus DNU y leyes ómnibus al servicio de los intereses ajenos a las necesidades de millones y millones de argentinas y argentinos.
Eran los días en los que San Martín clamaba por fondos para terminar la guerra continental por la emancipación y Buenos Aires lo negaba una y otra vez.
No importaba el proyecto de liberación.
No seducía más el sueño colectivo inconcluso de tipos como Mariano Moreno, Juan José Castelli o Manuel Belgrano.
Doscientos años atrás comenzaba a escribirse el guión del presente.
La historia oficial de la deuda externa argentina fija el principio de los empréstitos en la jornada del 19 de agosto de 1822, cuando la junta de representantes de Buenos Aires sancionó una ley que facultaba al gobierno a contraer un crédito con el objetivo de construir un puerto y las obras necesarias para generar agua corriente en la ciudad de la que alguna vez se había echado dos veces a los ingleses.
Uno de los ministros de aquel gobierno de la provincia a cargo de Martín Rodríguez era, justamente, don Bernardino, siempre cercano a los capitales y empresas inglesas. Trabajaba para ellos, tal como Milei trabajó para Eurnekián y hoy, como el presidente mismo y varios integrantes de su gabinete, siguen siendo sus empleados.
Aquel primer crédito debía ser por 2.800.000 libras esterlinas. El 1 de julio de 1824, el gobierno de Rivadavia contrae con la Banca Baring el empréstito por un millón de libras esterlinas.
La provincia de Buenos Aires, a cambio de aquella promesa de préstamo, «empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés».
De aquel millón de libras esterlinas llegó muy poco dinero. En oro, dicen las distintas fuentes históricas, apenas el 4 por ciento, alrededor de 20.678 libras. Nunca superaron, en libras esterlinas, las 570 mil.
Pero la Argentina terminó pagando, alrededor de 1904, más veintitrés millones de libras de aquel empréstito inicial en los tiempos de Rivadavia, que fueron los días del exilio de San Martín, de la persecución de Juana Azurduy y la muerte en medio de la pobreza de Manuel Belgrano; las jornadas en las que se ahogaba la idea original de la Patria Grande, donde Artigas ya estaba sumergido en la selva paraguaya y Bolívar se encaminaba, inexorablemente, a su muerte muy lejana a sus propios sueños.
Según el historiador inglés David Rock: “En Buenos Aires los especuladores entonces presionaron para que los beneficios del préstamo de Baring se repartieran y convertir la deuda interna en deuda externa, con la conversión al valor nominal de los títulos que habían reunido. Pero a su retorno de Europa, Rivadavia usó gran parte del préstamo para financiar un nuevo Banco Nacional. Como su predecesor, el banco fue en gran medida dominado por comerciantes británicos, quienes usaron sus facilidades de descuentos para financiar una nueva oleada de importaciones de Gran Bretaña.” Para 1904, cuando se terminó de pagar el crédito, la Argentina había abonado a la casa Baring Brothers la suma de 23.734.766 pesos fuertes.
En este año del bicentenario del origen de la deuda externa, una vez más las grandes mayorías argentinas asisten al saqueo planificado a favor de los privilegiados de adentro y afuera.
Porque la deuda externa muestra de una manera contundente que sus intereses se imponen a los proyectos populares.
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