Guernica: el destierro como destino

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Por Claudia Rafael

(APe).- El mate cocido de la mañana tiene sabor a miedo. En la toma de Guernica se cocina con miedo y se huele el miedo de que en cualquier instante todo puede terminar. La Justicia se vio cercada y postergó por apenas unos días el tan temido desalojo. Nada es definitivo. O tal vez, lo único definitivo es que es una pelea de fondo entre unos pocos miles de desarrapados y la propiedad privada, como el gran emblema de todos los tiempos. El juez Martín Rizzo firmó la postergación de la orden de desalojo para el 1 de octubre. Una postergación más de tantas que sólo permite ganar algo de tiempo pero sostiene en el mismo sitial de la incertidumbre la espada de Damocles sobre las familias de la toma.

Pero cada quien sigue jugando a su propio juego del que las familias de la toma son –lo saben bien por propia experiencia- la pieza descartable. La gran llave con la que sueñan unos pocos Quijotes es que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se constituya en la mágica salida del laberinto: que, a partir de la presentación encarada por la Gremial de Abogados y acompañada por Adolfo Pérez Esquivel, obligue al Estado argentino a proteger a esas familias y les asegure el acceso a la vivienda.

Hoy la lupa debe necesariamente poner en foco a los alrededor de 3000 niñas y niños de la toma de Guernica. Mirarlos a los ojos y reconocer la médula de toda la historia de la toma. ¿Cuál es el corazón de la disputa? “La propiedad privada excede el ámbito de la economía: en su lógica están también la libertad y la paz”, finaliza una nota de opinión publicada en La Nación el 5 de septiembre que se acerca al núcleo de la disputa ideológica.

La breve historia de un conflicto que osa poner en jaque a desarrolladores inmobiliarios y conniventes políticos arrancó hace escasos dos meses. Casi como un juego de fechas y lugares el 20 de julio un grupo de familias se asentó en el sector 20 de Julio. Pero la desigualdad extrema, la pobreza multiplicada, la pandemia que se empeña en ahondar la inequidad y sumar a la falta de vivienda de cientos de miles de familias hicieron correr la noticia entre desarrapados y excluidos y –como en un remedo cruel de aquel Disculpe el señor, de Serrat- llegaron de a miles. En apenas horas, siguieron los sectores llamados “San Martín”, “La Lucha” y “La Unión”.

Hoy, si levantan la mirada y aguzan la vista divisan, como en una escena de tv en 3 dimensiones, la vida sublime de los habitantes de algunos de los 18 countries de Guernica. Los que, según defendió la intendenta de Presidente Perón, alimentan y financian el ritmo de la ciudad. A ellos me debo, dijo palabras más, palabras menos. Y sentó indiscutible postura en la pulseada feroz.

Las familias sobreviven con ayuda social. Hay ollas populares destinadas, sobre todo, a niñas y niños. “Este terreno nos significa una esperanza, dejar de estar cambiando todo el tiempo y saber que vamos a dormir allí todos los días sin que nadie nos eche. Queremos también un barrio lindo, con lugares donde jugar, con calles como lo están pensando nuestros papás y mamás”. Así decían chicos y chicas para la presentación judicial de la Gremial de Abogados, a través de las abogadas Laura Taffetani y Carolina Vilchez, que se hizo un mes y medio atrás en un intento, de varios, por frenar el desalojo. Por evitar una masacre anunciada a gritos si finalmente llegan a los terrenos de la toma las fuerzas de seguridad. Envalentonadas por su gran triunfo a puro 9 milímetros y cachiporras, cercando los centros del poder político y mostrando los colmillos listos para hincar.

La pugna por desalojo sí, desalojo no, obligan a la urgencia pero, a la vez, corren del protagonismo la raíz de la historia. Las miles de familias que –antes de la toma- deambulaban por las calles, que vivían en condiciones de endeble precariedad, de hacinamiento y olvido, son el efecto atroz de un modelo empeñado en que la tierra sea una prenda de cambio financiero. Los commodities sostuvieron las finanzas del país en las últimas décadas. El corrimiento de la frontera agropecuaria expulsó de las tierras y extrajo a la población que terminó incrementando las villas y asentamientos en los alrededores de las grandes ciudades. A puro beneficio de un modelo extractivista del que se enriquecen históricamente empresas como El Bellaco S.A. –que se promueve como una de las propietarias de los terrenos tomados en Guernica- cuyo origen estuvo ligado al agronegocio. Y que a pesar de pavonearse como una de las propietarias de las tierras ahora en disputa tiene por ellas una deuda de casi un millón de pesos con ARBA, según detalla Edipo, investigaciones políticas, en su investigación “El conflicto por la tierra en Guernica”.

La gran burbuja inmobiliaria lleva a pactos inconfesados entre grandes operadores financieros y ciertos poderes políticos que negocian por debajo de la mesa. San Cirano, Malibú, Casuarinas, El paraíso, son apenas un manojo de nombres de elite de los countries del partido de Presidente Perón. Del otro lado, los sin techo, los sin tierra. Los que, como caracoles sin estrategia, deambulan con sus vidas a cuestas. La misma Provincia, a través del secretario de Acceso al Hábitat, reconoce 1.240.000 familias con problemas de vivienda. Y son 1807 los llamados barrios populares con infinitos déficit y ausencia de derechos.

Por estas horas se sigue cocinando con miedo en la toma. Mientras la gran apuesta de los poderes político, financiero y judicial sigue centrada en barrer las tierras bajo promesas que, los desarrapados temen seguirán como tantas otras veces vacías de contenido. “Si dejás el terreno, te prometemos ayuda. Pero antes te tenés que ir”, suelen escuchar sabedores de que si aceptan en ese instante todo se habrá perdido.

Y las niñas y niños seguirán entonces con el destierro como destino circular del que no pueden salir porque desde sus primeros días parecen tenerlo tatuado en la piel. Todavía resuena la voz de Blanca Cantero, intendenta de Presidente Perón, cuando en una de las reuniones de negociación instó a los padres a que “no les hagan pasar frío y se retiren ya de la toma”. Un frío que –le respondieron- ya era parte medular de sus vidas antes de ingresar a las tierras de Guernica.

Sé del suelo la dimensión exacta que será reconquistada a tu violencia, escribió alguna vez Adoum. Los olvidados, en tanto, resisten desde el fondo de la tierra que desde hace dos meses sueñan como su propia cuota postergada de paraíso e imaginan que alguna vez la historia será otra. Sin el miedo como compañero abrumador del desayuno aguado de cada mañana.

Edición: 4084

 

 


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