2001, Odisea del tiempo y el espacio

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Por Alfredo Grande

(Ape).- Uno de los personajes más conocidos fue el agente 007, que tenía licencia para matar. Al servicio de la Reina en el servicio secreto de su majestad, Jame Bond fue el arquetipo de un héroe total. La licencia para matar es una forma elegante de decir que todo asesinato será impune. Me parece una metáfora interesante de lo que llamamos democracia. La democracia tal como la padecemos otorga diversas licencias, que tienen duración variable. Hay licencia para matar, también denominada gatillo fácil. Hay licencia para mentir, también llamada campaña electoral. Hay licencia para robar, también llamada obra pública. Hay licencia para empobrecer y hambrear, también llamada gestión económica. Hay licencia para dolarizar, también llamada devaluación.

La democracia es una inmensa mega corporación que otorga licencias ordinarias y extraordinarias, temporales o vitalicias. Carlos Menem gozó de todas las licencias posibles. Incluso de hacer explotar una ciudad para ocultar el tráfico de armas. Su impunidad tiene algo de majestuoso. Es la perla democrática más pura. Sigue siendo senador y seguramente, cual Mío Cid parlamentario, seguirá en su banca después de muerto. La operación de otorgamiento de licencias implica un ejercicio discrecional y absoluto del Poder. Lombardi es uno de los tantos ejemplos. Otorgar licencias para robar, especialmente en el ámbito familiar, es una de las formas más contundentes de perpetuar los fueros y privilegios que de las licencias emanan.

El otrora sketch del arbolito, cuando un ciudadano vulgar y silvestre iba todas las semanas para conseguir el permiso para plantar un árbol, permiso que era sistemáticamente denegado, ilustra como el otorgamiento de licencias es otra de las formas en que la lucha de clases se inclina hacia el represor. La lucha de clases, tanto política como cultural, ha sido reemplazada por el consenso y la mesa de negociación. El fascismo es pornográfico, aunque cierta derecha pueda resultar erótica. Porque otra de las licencias necesarias es capturar conceptos, ideas, memorias históricas, e invocarlas al mismo tiempo que se las degrada.

La revolución de la alegría fue rápidamente sustituida por la contra revolución de la tristeza. Y la desesperación, la impotencia, la culpa, el reproche. “Te lo dije” es un video que insiste en la teoría de culpabilizar al votante de Cambiemos. Nueva versión ahora en gran escala, de transformar la víctima en victimario. La pregunta en todo caso sería porque el votante de Cambiemos votó a la derecha. Algo de la centro izquierda, o varias, le resultaron intolerables.

La catástrofe en la provincia de Buenos Aires, especialmente en las periferias de las ciudades, tiene varias décadas. Recuerdo los ATN que implementó Duhalde. Otra forma de nominar a las licencias. Los Aportes del Tesoro Nacional fueron dádivas que así como te las doy, así como te las saco. La llamada coparticipación federal es una licencia para la estafa de las provincias.

Ahora estamos ante la mega estafa y el mega saqueo porque, sin participación del Congreso de la Nación, otro de los No Poderes de la República, pocos funcionarios tienen la licencia de pedir préstamos para pagar préstamos para facilitar la fuga, que más que fuga es un paseo turístico de los capitales. A este paseo algunos lo llaman “off shore”. El sistema de licencias necesita un complemento necesario. La impunidad. Cuaderno más, oficina anti corrupción menos, una constante del sistema de licencias para robar, saquear y asesinar es garantizar la impunidad. O sea: que los actos no generan efectos indeseables para aquellos que los cometen. No es el caso de Fujimori, que seguirá preso. Pero si es el caso de los funcionarios responsables del asesinato de Kosteki y Santillán, que siguen gozando de impunidad total.

Es noticia cuando condenan un asesinato, o varios, cometidos por diversos ejércitos de ocupación que algunos llaman fuerzas de seguridad. La Poderosa Ministra de Seguridad Propia, tiene licencia para macartear, acusar, injuriar a la Poderosa. A los pueblos originarios. A los inmigrantes. De la misma manera que la cultura represora del hiperconsumo no sabe qué hacer con las toneladas de basura que genera, e impone el mandato del reciclado, la cultura represora de las mega ganancias financieras genera toneladas de pobres e indigentes que también deben ser reciclados.

Se imponen entonces varias formas de “solución final”, incluyendo tarifazos. Y la receta de controlar la inflación secando la plaza de dinero, o sea, eliminando todo tipo de consumo. Con la única excepción del suntuario, lujoso, dispendioso. El llamado “mal humor social” es el resultado necesario a la inmensa frustración generada por la imposibilidad de sostener no solo una vida digna, sino una muerte digna. Llamo muerte digna a morir combatiendo a la cultura represora y muerte no digna a la anónima muerte de los excluidos y de los marginales de la historia.

Si el comunismo ya no es un fantasma que recorre Europa ni tampoco América, el 2001 como odisea del tiempo y el espacio político y social sigue aterrando a los fabricantes de licencias. El 2001, cuando el mal humor social estalló con las consignas de “que se vayan todos”, es un espejo en el cual las clases dirigentes y delincuentes no quieren mirarse.

La Argentina está en default político y cultural. Y si no podemos pensar en la cultura represora y la revolución, es porque lamentablemente muchos de nosotros hemos sido también defolteados. No solamente derrotados, sino también fracasados. Las nuevas luchas tendrán otros sujetos políticos. Y otras formas de pensar la lucha de clases. La odisea por la legalización del aborto es una de esas luchas. Y es posible que finalmente la revolución también tenga cara de mujer. Pero solamente de la mujer que enfrenta al patriarcado y al capitalismo. Donde la igualdad de género sea una de las tantas igualdades necesarias.

La lucha anti capitalista es también anti patriarcal, como es anti clerical y anti privilegios. El 2001, como todo lucha contra la máquina de producir licencias, no será recuerdo, sino profecía de un mejor porvenir.

Edición: 3720


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