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(APe).- “La mazamorra es el pan de los pobres...”, canta Peteco Carabajal y los pibes marchantes bailan la música que viene de las raíces. Fue en la plaza de Moreno. Iluminada por los fuegos de las antorchas caseras. Estrellas andantes, peregrinas como los chicos. Marchantes, las antorchas, como las esperanzas y las ternuras del trencito de la vida.
Los pibes llegaron a las tres de la tarde a José C. Paz y otra vez el cielo se aguantó el llanto anunciado en los nubarrones. Y los chicos fueron abrazados por mucho pueblo, rodeados de color largamente preparado para la ocasión. Militantes de cooperativas, centros comunitarios, mutuales, comedores, de la CTA y más. Los que ponen el cuerpo en la geografía estragada del Gran Buenos Aires. Las calles estaban atravesadas por banderines, como en las viejas fiestas de los barrios obreros. Todo organizado por los compañeros de la Red El Encuentro de José C. Paz.
Las murgas bailaban al ritmo de los ojitos de los chicos y desde la ruta 197, cuadras y cuadras apiñadas de pueblo marcharon hasta la plaza.
“Esta marcha y esta fiesta es el resultado de juntar todos estos pedacitos y estar acá armando nuestro sueño. Es inexplicable e imperdonable que en nuestro país haya nueve millones y medio de pibes en la pobreza”, dijo la militante de siempre, Ana Gravina, de la Red El Encuentro. Y añadió: “A esto le tenemos que decir Basta. Para eso estamos todos juntos acá”.
“Estos chicos que marchan son heroicos” empezó diciendo Alberto Morlachetti, coordinador nacional del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. “Estos chicos son los hijos o los nietos de los compañeros que hoy no están y que en la década del setenta lucharon para construir un país para todos. Por eso las Madres, por eso los organismos de Derechos Humanos, por eso ustedes y nosotros, compañeros”, agregó. “Este crimen del hambre que es un verdadero genocidio, continuación de aquel genocidio que nos arrancó 30 mil raíces de nuestras almas: Nosotros les decimos que no vamos a cejar. Paso a paso y con ternura los venceremos” terminó germinando futuro, Alberto.
Allí, bien cerquita, como siempre, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas, la increíble Keka Koffman y Adolfo Pérez Esquivel. El Premio Nobel de la Paz sostuvo que “esta marcha es un llamado de atención a la sociedad y al gobierno argentino. Una sociedad que no piensa en sus hijos pierde el sentido de la vida”, apuntó.
Después vino la guitarra y la voz sólida y compañera, dulce y firme de Teresa Parodi, hija de maestra y sostenedora de esperanzas populares. “No hay que perder la alegría de luchar”, dijo Teresa mientras cantaba la necesidad de resistir. “Nos han robado hasta la primavera, pero nos queda nuestra canción...”.
Y el canto se hizo fueguito. Fueguito bien de abajo para que caliente de verdad. Antorchas y pibes en Moreno. Tocó Coqui Sosa y Peteco Carabajal dibujó la metáfora de la mazamorra como comida de los pueblos originarios y las mayorías del presente.
“Si no peleamos por la vida, la vida se nos va como agua entre los dedos”, dijo el Padre Juan de Moreno.
“Este recibimiento es emocionante” dijo Omar Giuliani, referente del Movimiento, y agregó “Los pibes pasaron a ser los nadies. Por eso mañana en Plaza de Mayo vamos a romper los corazones duros de estos funcionarios que se olvidan de nuestro pueblo”.
La caravana de colectivos llegará al Parque Rivadavia este viernes 1º de julio a las 11 de la mañana y luego se vendrá la última marcha de esta etapa de la pelea hasta el corazón de la historia argentina, la Plaza de Mayo. Allí, a partir de las 14.30, está pensado el inicio del acto final. Para que no haya más un chico pobre en el país del pan, la carne y la riqueza. Para decirle basta a la invención del hambre. Para que la ternura venza y exista una nueva posibilidad de ser felices en estos arrabales del mundo.
Porque el hambre en nuestro país, es un crimen.
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