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Por Alfredo Grande
Imagen de apertura: Los vencidos – Marc Aleu, 1956
(APe).- El pasaje de la hipocresía al cinismo marca el pasaje de la democracia burguesa al fascismo de mercado. El pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes, como reza el texto de la Constitución, que ha devenido en una especie de biblia laica. Entonces para que no delibere y mucho menos gobierne, o sea para que no joda, lo más práctico es degradar la noción de representante a una especie de restitución delirante. Esto ha tomado graciosas denominaciones de la cual la más bizarra es llamarlos “legisladores con peluca”.
Lo tragicómico es que nadie se ofende.
La peluca no viene sola. Tiene una suculenta guarnición que permite afrontar los ataques con la dignidad del mercenario. El Gobierno de Ocupación ocupa. Espacios institucionales, de comunicación, territoriales, económicos, laborales, de la salud y de la educación.
Su aspiración de máxima: ocupar todo y malvenderlo al peor postor. Incluido el territorio de las infancias, las ancianidades, los originarios, todo lo que sea vulnerable y exterminable. Obviamente no está solo. Muchos Gobiernos de Ocupación lo acompañan. Ya han ocupado distintas formas, amplios territorios.
América ya no es solamente para los americanos. Es para cualquiera que por precio vil se asocie a la Ocupación.
La patria no se vende por la trágica situación de que ya se vendió. Otro Gobierno de Ocupación mantuvo la ocupación por 10 años al menos. Sus efectos no fueron revertidos. Excluyo a la dictadura militar que si bien ocupó y destrozó no fue Gobierno. Todo fue de facto, o sea de hecho.
Lástima que el derecho tampoco revirtió la ley madrastra del despojo: la ley de entidades financieras. Dicho lo cual, la preocupación no es, al menos para mí, este Gobierno de Ocupación. Espero, supongo, que le irá de mal a pésimo y caerá, o lo empujarán. Pero la idea quedará, porque decir que no hay oposición, es decir que en la próxima Ocupación el pueblo seguirá siendo el gran convidado, pero de piedra.
La idea de un Gobierno de Ocupación es atractiva para el capitalismo financiero extractivista. Porque cuando se habla de Gobierno se apela a la supuesta legitimidad de los votos y eso es un argumento falso, pero eficaz. Confundir legitimidad con legalidad no es nuevo. El Gobierno de Ocupación lo sabe y por eso se ocupa y preocupa por elecciones y el arte de traicionar sus mandatos.
Votar sin votos es una política de enfrentamiento que apenas empieza. La anulación sistemática de esos votos vía salvajismo policial ya es parte del paisaje.
Todo Gobierno de Ocupación es una mezcla de cinismo y cobardía. La operación del fraude no es solamente alterar votos y urnas. Si no hay más remedio se hará, obviamente. Pero mucho antes está la que denominan Batalla Cultural que no es otra cosa que una Masacre Institucional. Vaciar todo de sentido y ocupar el sentido con formas bizarras de pseudo conocimiento. El lugar común, la apelación a lo obvio, la permanente construcción de falsas conciencias, la distracción de lo necesario por lo superfluo, inútil y perjudicial.
Cuando el Gobierno de Ocupación ocupe todo, poco importa quien gobierne.
La Ocupación no podrá ser enfrentada.
El optimismo de la voluntad, según enseñó Espinoza, me impide aceptarlo.
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