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Por Carlos del Frade
(APe).- Un hombre que vive en la calle anota el número del celular de un diputado detrás de la imagen de San Cayetano, el patrono de los trabajadores. Hace casi un año y medio que está allí. A veces puede higienizarse en una iglesia de fascinante arquitectura en plena avenida Pellegrini en la ciudad de Rosario, otrora corazón del segundo cordón industrial de América del Sur. Pero ahora las noticias dicen que una chiquita de cinco años, de solamente cinco años, murió como consecuencia de una otitis pero que en su base había desnutrición, hambre. En el corazón de la pampa sojera, en el viejo granero del mundo, una niña de cinco años piantó a otro sitio del universo, muy antes de tiempo, porque no comía bien. Es la misma ciudad donde un hombre, todavía joven, anota un número del otro lado de una imagen de San Cayetano, el patrono del trabajo.
Al norte, en San Lorenzo, punto del mapa donde San Martín inició el sueño del primer ejército popular latinoamericano en armas para construir la Patria Grande, todavía es atronador el silencio sobre las responsabilidades empresariales en el quíntuple crimen laboral de Ezequiel Aquino, de 30 años; Alexis Cettour, de 25 años; Lucas Palacios, de 25 años; Maximiliano Van Welle, de 25 años y Fernando Guerra, de 26 años; que se desplomaron del noveno piso de un edificio en construcción, responsabilidad de la empresa X 3 y Electroconstructora. Pero el Ministerio de Trabajo nada dice de esto como tampoco la UOCRA, el gremio que supuestamente protege la vida de sus afiliados.
Cinco muchachos que estaban trabajando en un galpón de Paso del Rey, provincia de Buenos Aires y que fueron llevados como ganado hasta San Lorenzo el domingo 17 de agosto, la fecha de la muerte de San Martín, en el día de las niñas, los niños y las infancias. En esa jornada estos muchachos nacidos y crecidos en el norte profundo de la provincia de Santa Fe, donde todavía están vigentes las heridas dejadas por el ecocidio de La Forestal, estos muchachos que buscaban ganarse la vida, la perdieron como consecuencias de negocios ilegales entre empresarios, pésimos dirigentes sindicales y peores funcionarios públicos.
Palabras como tragedia o desgracia suelen ser usadas en estos casos como formas de encubrir esas responsabilidades, la ausencia de inversiones en cuidar la vida de quienes les hacen ganar dinero a los empresarios y alimentan el boom inmobiliario tan mentado en esta zona sur de la provincia de Santa Fe.
Las formas de morir marcan las formas de vivir.
Allí aparecen los multiplicadores del dolor y surgen datos que la justicia tendrá que investigar. En estas tierras de desmesuradas ganancias, enormes volúmenes de exportaciones y fútbol de resonancia mundial, hay quienes sostienen que desde las entrañas de las cuentas de esas empresas y por contactos de malos dirigentes, hay narcos detenidos que se favorecen que esas complicidades y esos dineros que salen de los obreros cuya suerte parece no interesarle a nadie.
A finales de agosto de 2025, en los diarios regionales, pletóricos de pautas oficiales, celebran que Rosario está en el quinto destino del turismo nacional porque, entre otras razones, la ciudad está normalizada.
¿Será normal que un hombre todavía joven anote números en el dorso de una postal de San Cayetano luego de estar más de un año viviendo en la calle?.
¿Será normal que las empresas constructoras traten a sus trabajadores como ganado y no digan nada sobre la muerte de cinco de ellos y al mismo tiempo transfieran fondos a narcos encarcelados?.
¿Será normal que en el granero del mundo una otitis se lleve la vida de una nena de cinco años que estaba mal comida y con síntomas de desnutrición?.
Aquí, en el sur de la provincia de Santa Fe, las formas de morir muestran la formas injustas del vivir, donde la censura es una manera de complicidad con delincuentes de guante blanco y dirigentes corruptos o funcionarios resignados ante el poder económico cercano y lejano.
Y a pesar de semejante panorama real, la gente insiste en pelear por un presente diferente.
Fuentes: Diarios “La Capital”, martes 26 de agosto de 2025; “El Ciudadano”, lunes 18 de agosto de 2025 e investigaciones propias del autor de esta nota.
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